La serpiente y la vara
Asociación de Estudios Cannábicos El Código Verde
El horóscopo chino asigna un animal según el año de nacimiento. También numerosas culturas indígenas admiran y adoran a los animales que les rodean. Así, el símbolo de la medicina es una vara rodeada por una serpiente.
El horóscopo chino asigna un animal según el año de nacimiento. También numerosas culturas indígenas admiran y adoran a los animales que les rodean. Así, el símbolo de la medicina es una vara rodeada por una serpiente. . Se llama vara de Asclepio.
La leyenda dice que la serpiente aparece rodeando la vara porque le llevó a Asclepio las hierbas necesarias para resucitar a Hipólito, el hijo de Teseo. En cambio, en la mitología judeocristiana, la serpiente trepa al árbol de la ciencia y ofrece aquella manzana a Eva. Es el inicio de la lucidez, del dolor también, pero, sobre todo, el inicio del conocimiento.
Hierbas y venenos aparecen ya en el inicio de la medicina. También, siglos más tarde, Paracelso, padre de la medicina y alquimista, diría que nada es veneno y todo es veneno, solo depende de la dosis. De este modo se ha tirado a lo largo de los tiempos: la química que aportan las plantas y los venenos ha sido la herramienta principal de trabajo de los terapeutas a lo largo de la historia. Y, en lo básico, esa serpiente y esas hierbas también fueron las inspiradoras de la creación de la Asociación de Estudios Cannábicos El Código Verde. Así que aunque el horóscopo chino diga que somos cabras, nosotros nos consideramos serpientes.
“La química que aportan las plantas y los venenos ha sido la herramienta principal de trabajo de los terapeutas a lo largo de la historia”
La asociación surge como una idea de varias personas, relacionadas profesionalmente con el ámbito sanitario, conocedoras de las propiedades medicinales del cannabis, que deciden abrir un espacio de asesoramiento. En Zaragoza existían varias asociaciones cannábicas históricas, algunas de ellas con un trabajo terapéutico relevante, pero consideramos que faltaba un lugar donde se afrontasen las propuestas terapéuticas desde una perspectiva más científica.
El arte de la escucha
Una parte significativa de las personas que se asocian responden a un perfil definido: son personas de edad avanzada, con dolencias musculares y articulares, y dificultades o incompatibilidades con los medicamentos típicos como analgésicos o antiinflamatorios. Casi se puede sentir su temor cuando llaman a la puerta. La mayoría esperan encontrar espacios oscuros, de música extraña y personajes propios de las películas quinquis que veían en los ochenta. Sabíamos que el aspecto del club sería importante y le encargamos su diseño a Óscar Sanmartín Vargas, un artista reconocido de la ciudad. Se sienten aliviados con nuestras paredes color vapor, rotas por marrones y verdes, con mucha luz natural y privacidad en los espacios. En esos primeros momentos es fundamental asentar la confianza, explicar qué representa una asociación cannábica con franqueza, contarles las posibilidades terapéuticas del cannabis y, sobre todo, escucharles. Ser receptivos no solo a sus dolores sino también a sus dudas, a sus incertidumbres y miedos. Para ellos, el cannabis representa la puerta a la heroína, al descampado, a la jeringuilla y al robo, y no saben cómo sentirse al estar solicitándolo. La frase que más se repite muestra sus sentimientos: si no tuviera estos dolores, yo no estaría aquí. En esos momentos tan humanos, de desasosiego, de humildad, casi de derrota, es cuando se establece el vínculo. Cuidamos los detalles, nuestro médico les apoya la mano en el antebrazo, sonríe, les permite los segundos necesarios para reubicarse. Y ahí, solo ahí, cuando los miedos están sobre la mesa, es cuando contamos la versión que la ciencia tiene del cannabis: gran analgésico, potente antiinflamatorio, relajante muscular, ayuda al sueño, levanta el ánimo, abre el apetito. Luego añadimos las experiencias positivas que tenemos con otras personas socias con problemas similares, y terminamos con las posibles contraindicaciones, o efectos secundarios, que puede tener en cada caso.
Debemos tener en cuenta que acercarse a la serpiente da respeto. Hemos escuchado muchas historias sobre ella. Nos contaron que ofreció a Eva la manzana del pecado. Nadie nos ha contado que curó al hijo de Teseo.
“La frase que más se repite muestra sus sentimientos: si no tuviera estos dolores, yo no estaría aquí. En esos momentos tan humanos, de desasosiego, de humildad, casi de derrota, es cuando se establece el vínculo”
Aunque no siempre ocurre de este modo. Una vez, en una reunión, alguien comentó que hay personas que vienen a la asociación igual que se peregrina a Lourdes. “¿Y tú no lo harías?”, le respondimos. Asintió. Uno de los campos donde el uso terapéutico del cannabis se ha hecho más popular es la oncología. Ningún oncólogo puede negar el impacto paliativo del cannabis sobre los efectos secundarios de la quimioterapia, y numerosos profesionales recomiendan su uso. A esto se añaden los últimos estudios que revelan una alta eficacia contra algunos de los tumores más peligrosos, como el glioblastoma. Las personas que se asocian por un cáncer son personas con la vida en el alambre. Al contrario que el caso anterior, aquí no hay dudas; han leído, se han informado y, en la mayoría de los casos, han cribado emocionalmente las opciones y solo se guardan las mejores. Hay blogs que afirman que salvó a un niño no sé dónde, incluso sale la foto del niño sonriente; que existe un aceite que cura en noventa días. Se pueden encontrar cientos y miles de casos de salvaciones milagrosas en internet, y las personas socias desean que el suyo sea uno más de estos casos. Aquí nos enfrentamos al otro extremo del péndulo. Si con ciertas personas solemos enfrentarnos a décadas de falacias sobre los porros, con muchas personas socias por motivos oncológicos debemos abordar las exageraciones sobre su potencial, que muchos simpatizantes del cannabis declaran en las redes para contrarrestar su leyenda negra. Esta es también una de las tareas que en la asociación nos hemos impuesto: ser justos con el cannabis, no convertir la planta en un diablo ni subirla a los altares; aprovechar los beneficios que los estudios van demostrando para nuestros socios; contribuir a esos estudios en la medida de nuestras posibilidades y dejar a la naturaleza desarrollarse; descubrir sus futuros secretos terapéuticos con calma, seguridad, cariño y objetividad. Nos toca colocar las perspectivas dentro de los estudios que conocemos, de las experiencias comprobadas que vamos teniendo y documentando, de las experiencias que nuestros colaboradores y asociaciones amigas comparten con nosotros. En muchas ocasiones, estas perspectivas no se ajustan a la idea del milagro salvador de todo mal. A veces el cannabis solo es una planta.
La soledad del enfermo y la compañía del socio
Desde esa perspectiva, la asociación se conforma inicialmente por varias médicas y científicas cuyo ámbito laboral es la sanidad o la farmacia; en la actualidad son las personas que se encargan de la asesoría terapéutica. Precisamente por nuestra experiencia, no pretendemos sustituir ninguna opinión profesional, ni convertirnos en un sucedáneo de consulta: solo hemos pretendido crear una asociación donde la gente interesada pueda compartir sus experiencias y conocimientos con otras personas socias, con las que, informada y conscientemente, se diseñan unas propuestas terapéuticas. La participación de cada persona socia es importante. El intercambio de experiencias nos enriquece, nos ayuda a darnos cuenta de que existen otras personas pasando por lo mismo. De este modo se rompe una de las más dolorosas circunstancias de la enfermedad: la soledad.
En numerosas ocasiones, las personas socias sienten reparos en compartir las propuestas terapéuticas con los profesionales que llevan sus casos en la Seguridad Social o en la medicina privada. Desde la asociación siempre les invitamos a hacerlo, e incluso se les remiten cartas a dichos profesionales razonando la propuesta terapéutica con los estudios considerados e invitándolos a que nos den su opinión y a colaborar. Debemos decir que la gran mayoría de los profesionales responden con amabilidad, y eso hace que la confianza de las personas socias aumente. Periódicamente nos reunimos para intercambiar conocimientos y compartir los estudios o datos nuevos que vamos descubriendo. Consideramos la formación y la información como herramientas básicas para ser ciudadanos mejores, más conscientes y más útiles, e intentamos trasladar esa actitud a la forma de relacionarse en la asociación. Entendemos que cualquier dificultad terapéutica es mejor vivirla con ternura, conocimiento y respeto. Ese es el espacio que intentamos crear en El Código Verde.
“Esta es también una de las tareas que en la asociación nos hemos impuesto: ser justos con el cannabis, no convertir la planta en un diablo ni subirla a los altares”
El número de estudios científicos acerca de las posibilidades terapéuticas del cannabis es inmenso. Tal vez se echan en falta más estudios clínicos y médicos, pero la intuición es que las propiedades beneficiosas de un uso terapéutico consciente del cannabis superan con creces sus efectos secundarios. Desde esta perspectiva, encontramos numerosas personas que se asocian por dolencias que todavía no tienen una investigación clínica desarrollada con el cannabis. En esos casos, en la asociación se revisan los estudios, se buscan experiencias con dolencias relacionadas o similitudes en el funcionamiento de los fármacos tradicionales empleados en dicha dolencia con el cannabis. En algunos casos, dichas dolencias ni siquiera tienen un tratamiento en la actualidad, e incluso hay personas socias sin un diagnóstico confirmado. Lo que prima en estas realidades es el principio de precaución: ante la más mínima posibilidad de incompatibilidad, no se realiza ninguna propuesta terapéutica. Sin embargo, en muchos casos, los indicios de posibilidades de mejora son claros y, con toda la información y el análisis efectuado, se establece una propuesta con la persona socia. Tanto las propuestas terapéuticas como las respuestas de las personas socias son registradas en su ficha, de modo que se crea un conocimiento que, aunque no puede ser valorado como científico, sí que permite a la asociación ir generando intuiciones, pautas y experiencias muy valiosas para ayudar a futuras personas que se asocien.
Al final, la asociación solo pretender ser eso, una serpiente. Una serpiente que lleva hierbas que ayudan a mejorar la calidad de vida de las personas socias, una serpiente que permite ser más consciente y más protagonista de la vida propia. A veces, la serpiente y la hierba podrán ayudar; en otras ocasiones, no. Pero solo por el hecho de interaccionar unas personas con otras, de compartir con otra gente, de saberse más acompañado, más comprendido, creemos que merece la pena seguir trepando al árbol de la ciencia, del bien y del mal, y seleccionar las manzanas más maduras.