El Gobierno de Afganistán, en manos de los talibanes desde hace nueve meses, ha iniciado la campaña de erradicación de los cultivos del opio que anunció en primavera. Los talibanes emitieron un decreto en abril para prohibir el cultivo de amapola de opio, así como la producción, uso y transporte de otras drogas, pero no estaba claro si se tomarían medidas prácticas para hacerlo cumplir.
Según la información publicada por Associated Press hace unos días, el Gobierno se ha puesto manos a la obra y ya está destruyendo algunos cultivos de opio en el distrito de Washir, en la provincia sureña de Helmand, donde están especialmente concentrados.
La prohibición de los cultivos de opio supone una grave amenaza para la supervivencia de muchos agricultores del país. El opio ofrece una rentabilidad económica inigualable por otros cultivos agrícolas y muchas veces son su única forma de subsistencia. “Si no se nos permite cultivar este cultivo, no ganaremos nada”, dijo a la agencia de noticias un agricultor que solo cuenta con un pequeño terreno sin agua.
El portavoz del Ministerio del Interior, Abdul Nafi Takor, dijo que la campaña de erradicación se llevará a cabo en todo el país. “Estamos comprometidos a llevar el cultivo de amapola a cero”, dijo a la agencia AP. Por su parte, el viceministro del Interior dijo que los talibanes estaban en contacto con otros gobiernos y organizaciones no gubernamentales para encontrar cultivos alternativos para los agricultores.
El país es el principal productor de opio del mundo, y buena parte del tráfico de heroína proviene de allí. Por tanto, la erradicación de los cultivos de opio puede tener un impacto en los consumos y las adicciones a nivel global, aumentando el riesgo de que la pureza de las drogas disminuya y se produzcan peligrosas adulteraciones que provoquen mayores riesgos de sobredosis.