Cannabinoides solubles, el futuro del consumo de cannabis
La descarboxilación permite algo que hasta hace bien poco era imposible: disolver los cannabinoides en líquidos y que no se pierda su efecto.
La descarboxilación permite algo que hasta hace bien poco era imposible: disolver los cannabinoides en líquidos y que no se pierda su efecto.
La descarboxilación permite algo que hasta hace bien poco era imposible: disolver los cannabinoides en líquidos y que no se pierda su efecto.
Cuando uno se enfrenta a un comestible que esté infundido con cannabis por lo general estamos hablando de productos que se hicieron con algún tipo de aceite o grasa con cannabis. Con la técnica de la descarboxilación se puede crear polvo de cannabis que se disuelve en cualquier líquido. Si se mantiene estable en agua significa que se abre un nuevo horizonte en la cocina cannábica.
La descarboxilación tiene otras propiedades: el polvo cannábico no tiene olor ni sabor al disolverse. Esto que puede parecer una desventaja viene muy bien para aquellas personas que no les guste el sabor de los comestibles y prefiera que lo que esté consumiendo mantenga el efecto del cannabis pero sin sus propiedades sensibles.
Ripple es una de las primeras compañías que fabrica polvo de cannabis soluble. Un dispensador (parecido a un salero o un azucarero de sales de frutas) medio de Ripple contiene 10mg de THC. También los distribuyen en sobres individuales idénticos a las bolsitas de azúcar para el café. Incluso distribuyen una versión con 10mg CBD y 0.5 mg THC.
Los solubles tienen otra ventaja a favor si lo comparamos con las infusiones tradicionales en aceites: sube mucho más rápido. En 20 minutos uno ya nota los efectos de los cannabinoides. Esto permite que uno pueda regular mejor la dosis que está tomando sin que acabe demasiado volado (si no es lo que quiere, claro).
El cannabis en polvo soluble es una nueva frontera en el que casi cualquier alimento puede ser ahora un comestible de cannabis. ¿Cómo de increíble es esto?