Ángel Bravo Miño tiene 42 años y vive en la ciudad costera de Pineda de Mar, en Barcelona. A sus 23 abriles tuvo un accidente de moto por el cual estuvo muy cerca de morir. “Tuve un gran politraumatismo con muchos huesos fracturados, rotura de hígado y arterias. Perdí el vaso y me extrajeron la vesícula. Es un milagro que siga vivo”, recuerda Miño sobre lo que significó el momento más difícil de su historia, hacia el año 2005. Si bien logró recuperarse físicamente tras dos años de tratamiento médico, él asegura que nunca volvió a ser el mismo. Por las prótesis que tuvieron que insertarle en su cuerpo, hoy padece de dolores neuropáticos crónicos. Sin embargo, en un diálogo con Cáñamo, él cuenta que su calidad de vida mejoró significativamente gracias al cannabis.
¿Qué recuerdas del accidente?
Sucedió en diciembre de 2005. Salí despedido e impacté contra un árbol. Recuerdo que perdí el conocimiento, pero que después una persona sin techo fue quien me salvó la vida. El accidente sucedió alrededor de las 5 de la mañana, en Barcelona, y no había nadie en la calle. Él le tocó timbre a todo el mundo para pedir ayuda y consiguió una ambulancia. Al año intenté contactarlo, pero fue imposible. Me hubiese gustado mucho agradecerle personalmente. En la ambulancia sujeté a un enfermero por el pecho y le pedí por favor que no me dejara morir que tan solo tenía 23 años. Fue horrible. En las primeras semanas, vivía un día sí y otro no. Estuve en terapia intensiva unos tres meses. El momento más duro fue cuando me despedí de mi madre. Le dije que lo sentía muchísimo porque sentía que no iba a salir y le pedí perdón si no había sido el hijo que había deseado. Por suerte pude salir adelante.
¿Cómo fue la primera etapa de la recuperación?
Fue difícil. En el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau me pidieron tomar mi caso para estudiarlo en las facultades porque fue un milagro que me mantenga con vida. Estuve internado un año y tres meses en terapia intensiva. Me intervinieron quirúrgicamente muchas veces y tomaba unas 23 pastillas diarias, entre antiinflamatorios, morfinas y medicación para la depresión y para poder dormir. También hice fisioterapia dos años. El accidente fue el final de una gran parte de mi vida porque ya no podía salir con mis amigos ni nada de eso. Menos mal que ellos no me dejaron de lado. Mi movilidad actual no es la misma de antes, pero relativamente puedo hacer una vida normal.
¿En qué momento el cannabis llega a tu vida?
Yo nunca había consumido cannabis, pero sí conocía algo porque tenía algunos amigos que fumaban. Pero nunca me había llamado la atención. Mi pareja, quien tiene esclerosis múltiple, empezó el tratamiento con cannabis y vi su mejoría. Entonces quise apuntarme pues sufro dolores muy fuertes. La malla que me pusieron en el pecho ha ido erosionando los nervios y por eso tengo dolor neuropático. Es horrible porque se siente dolor las 24 horas del día. Si existía algo que pudiera aliviarme, bienvenido sea. Así que probé.
¿Qué resultados tuviste con el cannabis para tratar el dolor neuropático?
Utilizo cremas con CBD y THC que me alivia mucho el dolor. No me lo quita completamente porque ni siquiera los opiáceos lo han logrado. Pero el alivio es muy grande. Antes del cannabis, no podía salir de la cama y engordé muchísimos kilos. Gritaba, lloraba y me irritaba muchísimo porque era una vida que no deseaba seguir de esa manera.
¿Cómo accedes al cannabis?
Asisto a una clínica especializada en cannabis donde puedo adquirir las cremas. He pensado en cultivar, pero esto no es poner una semilla y regarlo. Tiene su complejidad, es un proceso de seis meses y se necesita un espacio que no tengo. También está el miedo a la policía, que es muy grande. En general, ellos son comprensivos, pero tienen órdenes que cumplir.
¿Cómo lograste rearmar tu vida?
El cannabis es una gran ayuda. Pero los hobbies son muy necesarios. Es muy cuando se lleva tanto tiempo sin trabajar ni relacionarte con las personas como antes. Agradezco mucho que mis amigos no me dejaron de lado. Me gustan mucho los bonsáis, arreglarlos y cuidarlos. También me gusta ir a pescar y estar frente al mar. Tengo un boogie con el cual cada tanto salgo a la montaña. Hago natación, pues no puedo ir al gimnasio a levantar peso. Pero sin la ayuda de mi familia, amigos y el cannabis no creo que hubiera podido lograr nada de todo esto.