La evolución del respaldo público al cannabis en Australia muestra una tendencia sostenida a favor de su legalización. En 2015, solo un 33% apoyaba esta medida. Diez años después, la cifra ha escalado al 48%, según datos recientes de Roy Morgan recopilados entre abril de 2024 y marzo de 2025. En paralelo, la oposición ha descendido de 56% a 41%.
El apoyo mayoritario proviene de las franjas etarias más jóvenes. Entre las personas de 18 a 24 años, el apoyo ha pasado de 36% a 54% en una década. El grupo de 25 a 34 años presenta el incremento más significativo: de 34% en 2015 a 58% en la actualidad. Entre quienes tienen entre 35 y 49 años, el 51% también se manifiesta a favor.
En los grupos de mayor edad también se observan cambios, aunque más graduales. El 48% de las personas entre 50 y 64 años apoya la legalización, frente a un 36% de quienes tienen 65 años o más. En estos últimos, la oposición sigue siendo mayoritaria (54%), pero la tendencia general es de apertura progresiva.
Legalización de la marihuana: apoyo y oposición por edad y género (2025).
Las diferencias también se evidencian por regiones. Los mayores niveles de apoyo se registran en los Territorios del Norte (57%) y la Capital Australiana (56%), donde ya existen medidas de despenalización. En estados como Tasmania (52%) y Queensland (51%) también se supera el umbral de la mayoría. En cambio, Victoria y Nueva Gales del Sur están ligeramente por debajo del promedio nacional, con 46% y 47% respectivamente.
Legalización de la marihuana: apoyo y oposición por parte de estados y territorios (2025)
La directora ejecutiva de Roy Morgan, Michele Levine, señaló que el debate sobre el cannabis "continúa evolucionando en Australia" y que las actitudes se están diversificando según el grupo etario. También mencionó que las reformas locales, como las aplicadas en Canberra, y las experiencias internacionales influyen directamente en la opinión pública.
El crecimiento del apoyo ciudadano a la legalización del cannabis en Australia confirma una tendencia internacional que desafía los marcos prohibicionistas heredados. Lejos de ser un tema marginal, se ha convertido en un eje de discusión sobre derechos, salud pública y políticas racionales de drogas. La pregunta ya no es si se debe legalizar, sino cuándo y bajo qué modelo.
