La leyes generan contradicciones injustas y situaciones que deben ser señaladas como incorrectas. Mientras a una familia chilena se le decomisa 7 plantas para uso medicinal las farmacias venden medicamentos con CBD como el TC100 y T100.

Nadie se opone a la venta (o al enriquecimiento) de empresas que se dediquen al negocio de la marihuana. El T100 es uno de estos medicamentos que fabrica el laboratorio Tilray que trae pingues beneficios. El fármaco es un paliativo del dolor, extracto de cannabis sativa en forma de aceite concentrado de THC. Pero cada botellita cuesta unos 287€, esto equivale al sueldo mínimo interprofesional de un chileno. Es evidente que no todo el mundo (de hecho poca gente) se puede permitir el lujo de comprar.

Por este motivo el autocultivo se impone como necesidad mientras no exista un mercado accesible para la gente que tenga pocos ingresos y grandes necesidades como es el caso de la familia de Carlos Améstica que cultivaba marihuana para tratar la epilepsia refractaria de su hija, tal y como nos cuentan desde Cáñamo Chile.

Carlos tuvo que pasar 7 horas en la cárcel hasta que le pusieron de nuevo en libertad pues se demostró que la marihuana era para uso medicinal.

Yasmín Hernandez, pareja de Carlos comentó el problema que existe con el producto “legal” de los laboratorios Tilray: “El medicamento que lanzaron cuesta 200 mil pesos y el costo de lo que producimos nosotros es de 10 mil por los mismos miligramo…Comprenderán que no podemos estar pagando eso todas las semanas”.

Paulina Bobadilla desde la asociación Mamá Cultiva también critica el precio del producto y los problemas que está trayendo: “El precio es prácticamente prohibitivo para todos quienes necesitamos de la cannabis medicinal. Gran parte de las personas que atendemos en la Fundación, desde hace años, no podrán adquirirlo por su elevado precio. Es por ello que lucharemos para que una alternativa sea el autocultivo y los talleres de fabricación de la medicina”.