El trabajo, publicado en el Journal of Affective Disorders, siguió a 33 adultos con ansiedad y depresión clínicamente significativas. Los participantes fueron evaluados al inicio del tratamiento y posteriormente a los 1, 3 y 6 meses tras iniciar el uso de cannabis medicinal. Los resultados mostraron que las puntuaciones medias de ansiedad y depresión descendieron por debajo de los niveles clínicos a los tres meses, manteniéndose estables hasta el final del estudio.
Según los autores, entre 10 y 15 mg de THC oral y al menos tres inhalaciones de cannabis vaporizado generaron las reducciones más marcadas en síntomas emocionales. Sin embargo, también se reportaron efectos secundarios como una percepción reducida de la capacidad para conducir y un aumento de la sensación de euforia.
Aunque los resultados son alentadores, los autores subrayaron la necesidad de realizar ensayos clínicos controlados para evaluar la eficacia y seguridad del cannabis medicinal en el tratamiento de la ansiedad y la depresión. Este llamado coincide con un creciente interés en alternativas terapéuticas más allá de los psicofármacos tradicionales, cuya efectividad es limitada en ciertos casos y cuyo inicio de acción puede demorar semanas.
Otros estudios recientes apuntan en la misma dirección. Investigaciones sobre el cannabidiol (CBD) han encontrado propiedades antidepresivas con pocos efectos adversos y la legalización del cannabis en algunos estados de EE UU ha coincidido con una reducción en la prescripción de ansiolíticos y antidepresivos, según datos acumulados en los últimos años.
A medida que crece la evidencia sobre el potencial terapéutico del cannabis, se intensifica el debate sobre su integración en sistemas de salud pública. Frente a las políticas de prohibición, la ciencia podría abrir nuevas vías para abordar problemas de salud mental que afectan a millones de personas.