Pasar al contenido principal

La ayahuasca impulsa la sanación y resistencia cultural del pueblo yaqui

En el corazón del desierto de Sonora, integrantes de la comunidad yaqui están recurriendo a ceremonias de ayahuasca como herramienta para enfrentar las adicciones, el trauma histórico y la desconexión cultural.

Bajo las sombras de los mezquites, miembros del pueblo yaqui relatan las transformaciones que han vivido tras participar en ceremonias con ayahuasca. Para muchos, esta planta amazónica ha sido una vía inesperada pero eficaz para superar la adicción a la metanfetamina y recuperar el sentido de pertenencia cultural. “La ayahuasca activa el conocimiento que nos transmitieron nuestros mayores y abuelos: los valores de nuestra cultura y de la naturaleza”, explica Yoomasali Sewa, estudiante de derecho indígena y promotora de estas prácticas en territorio yaqui.

Aunque la ayahuasca no forma parte de la medicina tradicional yaqui, su llegada fue impulsada por alianzas interculturales con pueblos del Amazonas y colectivos indígenas de México y Norteamérica. Este intercambio dio origen a la Clínica de Medicina Intercultural Yaqui en 2020, donde se combinaban ceremonias con enteógenos, temazcales, terapia psicológica y actividades comunitarias como artesanías o deportes. El objetivo: sanar las heridas dejadas por siglos de colonialismo, pobreza, despojo territorial y violencia narco.

Según datos de la Secretaría de Salud de Sonora, recopilados por el medio especializado doubleblindmag.com, en 2019 el 72% de los casos de adicción registrados en el estado estaban relacionados con la metanfetamina. En las comunidades yaquis, esta sustancia se expandió como una respuesta a la marginalidad y la desesperanza. Sin embargo, participantes de las ceremonias relatan reducciones drásticas en el consumo tras sesiones con ayahuasca, como en el caso de Raquel, quien afirma que muchos jóvenes “dejaron de consumirla después de una sola ceremonia”.

Estudios como los publicados en Frontiers in Pharmacology respaldan estos testimonios. La investigación indica mejoras significativas en el control emocional, la autoeficacia y la reducción de antojos en personas que participaron en ceremonias con plantas enteógenas. No obstante, los expertos aclaran que no se trata de curas milagrosas: el entorno comunitario, la motivación personal y el acompañamiento profesional son clave en cualquier proceso terapéutico.

Es por eso que la experiencia del pueblo yaqui ilustra el potencial de los enfoques interculturales basados en plantas sagradas como herramientas de sanación comunitaria. Más allá del uso individual, la ayahuasca se convierte aquí en un catalizador de memoria, identidad y resistencia frente al abandono institucional y los estragos del prohibicionismo.

Te puede interesar...

¿Te ha gustado este artículo y quieres saber más?
Aquí te dejamos una cata selecta de nuestros mejores contenidos relacionados:

Suscríbete a Cáñamo