Nuevo México se ha unido a los estados pioneros en la regulación de terapias psicodélicas tras la firma de la Ley de Psilocibina Médica (SB 219) por parte de la gobernadora Michelle Lujan Grisham. Con esta norma, se autoriza el uso controlado de la psilocibina —un compuesto presente en ciertas setas alucinógenas— para tratar afecciones como la depresión resistente, el trastorno de estrés postraumático (TEPT), la ansiedad en pacientes terminales y los trastornos por consumo de sustancias.
La terapia se desarrollará en un marco estrictamente regulado que incluirá sesiones previas de preparación, administración supervisada de psilocibina con acompañamiento terapéutico y encuentros de integración posteriores.
A diferencia de Colorado u Oregón, donde la legalización llegó mediante votación popular, en Nuevo México la reforma fue impulsada desde el poder legislativo. Sus defensores afirman que este enfoque facilitará una evolución más ágil del marco normativo, aunque también ha recibido críticas por excluir la participación directa de la ciudadanía.
El programa estará supervisado por el Departamento de Salud del estado, que se encargará de regular desde la expedición de licencias para terapeutas y cultivadores, hasta los protocolos de seguridad, almacenamiento y evaluación clínica. Además, se establecerá un consejo asesor médico encargado de definir los estándares formativos y las políticas futuras.
Entre los aspectos clave de la ley se establece que solo se permitirá el uso de psilocibina de origen natural; la versión sintética permanecerá prohibida. También se crearán dos fondos públicos: uno para financiar la terapia en pacientes con bajos recursos y otro destinado a impulsar la investigación científica.
Aunque los profesionales autorizados estarán protegidos por la ley, no estarán exentos de posibles demandas por negligencia médica.