En noviembre del año pasado los votantes de Colorado aprobaron una medida para legalizar el uso y el cultivo de varios psicodélicos naturales y regular el funcionamiento de “centros de sanación” basados en el uso de psilocibina. Ahora una ley elaborada siguiendo esa medida —con algunas polémicas modificaciones añadidas— está lista para su aprobación definitiva después de que la Cámara de Representantes y el Senado la aprobasen hace unos días. Solo falta la firma del gobernador del estado.
Con la regulación del acceso terapéutico a la psilocibina en Colorado ha pasado algo similar a lo que ocurrió en Oregón: aunque las medidas aprobadas en las votaciones populares usaban un lenguaje amplio en el que cabían distintos tipos de prácticas rituales relacionadas con el uso de psicodélicos, luego, cuando la medida ha sido llevada a una regulación por parte de los legisladores o la administración del estado, se ha concretado dando prioridad a la creación de centros y facilitadores con licencias, y se ha excluido o dejado en segundo plano a las comunidades que usan estas sustancias en contextos comunitarios espirituales o de reducción de daños.
En la regulación de Oregón se excluyó a las comunidades espirituales. En el caso de Colorado, aunque estaba prevista la creación de una junta reguladora que sería la encargada de concretar la regulación, finalmente se ha realizado mediante un proyecto de ley impulsado por el presidente del Senado, el demócrata Steve Fenberg. Según la información publicada por el medio Filter, el proyecto de ley permite que las comunidades espirituales o de reducción de daños puedan ofrecer ceremonias con psilocibina, pero no les deja que las anuncien.
“Creo que muchas personas imaginaron una amplia variedad de diferentes centros de curación, [incluidos] algunos que parecen ceremonias espirituales o incluso iglesias”, dijo a Filter Mason Marks, cofundador del Proyecto sobre Leyes y Legislación de Psicodélicos de la Universidad de Harvard. “¿Qué significa [una prohibición de publicidad] para una iglesia? ¿No se les permite hablar públicamente sobre sus prácticas y servicios? Parece que las partes reguladoras se están volviendo menos hospitalarias con las comunidades religiosas”.