La producción de drogas como la MDMA y el speed en Países Bajos y Bélgica está provocando numerosos episodios de contaminación graves en ríos, bosques y otros hábitats naturales. La síntesis de estas drogas produce una gran cantidad de residuos tóxicos que los productores y traficantes arrojan de forma encubierta allá donde pueden sin tener en cuenta el impacto sobre los ecosistemas ni la afectación de alimentos y agua de uso humano.
Bélgica y Países Bajos son dos de los países en los que se concentra una mayor producción de estas drogas. Sólo en los últimos cinco años la policía ha desmantelado 400 laboratorios dedicados a la producción de estas y un estudio de 2017 calculó que por cada kilo de MDMA se producen entre 6 y 10 kilos de desechos químicos, y entre 10 y 20 kilos por cada kilo de speed. Un extenso reportaje publicado en Vice recorre algunos de los puntos de ambos países en donde han sido hallados residuos tóxicos y las consecuencias que ha tenido para la zona.
Según este reportaje en el último lustro ha habido 1178 incidentes de vertido de residuos de drogas en ambos países. Los residuos se vierten en lugares como el alcantarillado, los ríos, en pozos de estiércol o bajo tierra. Además de suponer un alto riesgo para la fauna y la flora de los ecosistemas, los tóxicos pasan a las tierras de cultivo de alimentos o a las aguas en las que pescan o se bañan los habitantes de la zona.
Este año un vertido realizado en un sistema de alcantarillado llevó al colapso de la planta de tratamiento de residuos en Bélgica. La elevada acidez de los residuos vertidos destruyó las bacterias encargadas de la limpieza del agua y dejó heridos a dos trabajadores de la planta que tuvieron que ser hospitalizados con heridas en las manos y en los ojos. Esta es otra de las consecuencias de la falta de regulación sobre las drogas, que provoca que toda la producción de sustancias se haga de forma clandestina y no se puedan establecer controles ni normativas para garantizar la gestión de residuos.