Según la teoría del mono drogado, la razón por la cual las personas han desarrollado la capacidad de crear razonamiento, comunicación y arte, a diferencia del resto de las especies del planeta, podría ser por unos primates antepasados nuestros que comenzaron a consumir hongos psilocibes. El filósofo y etnobotánico Terence McKenna planteó que la sustancia psicodélica fue clave en el desarrollo cognitivo que desencadenó la evolución hacia el homo sapiens sapiens, hace unos cien mil años. Si bien esta hipótesis aún no ha sido confirmada ni rechazada, lo que ahora se sabe a ciencia cierta es que los hongos empezaron a producir la psilocibina muchos años antes que la aparición del australopithecus, el primer registro de dónde provienen los humanos en la carrera evolutiva. Más precisamente hace 67 millones de años, justo en la misma época que desaparecían los dinosaurios y emergía un animal que aún invade jardines: las babosas, un personaje secundario pero fundamental para que hoy existan los hongos psicodélicos y, siguiendo la línea McKenna, hasta la propia humanidad.
Un reciente estudio científico elaborado por la Universidad de Utah y el Museo de Historia Natural de Utah, en EEUU, ha demostrado que los hongos empezaron a producir psilocibina a finales del período cretácico e inicio de la era cenozoica. El informe académico es el estudio de diversidad genómica más grande que se ha realizo para este género de hongos, tras el análisis de docenas de especies diferentes.
Para la investigación “se extrajo bioinformáticamente la psilocibina primaria (grupo de genes biosintéticos) y se mapeó los genes centrales en la filogenia para investigar el ritmo, el modo y los patrones de su evolución”. Además, los científicos sugirieron que la descomposición de la madera, a diferencia del estiércol o el suelo, es “la ecología ancestral del Psilocybe”. “Las termitas podrían haber proporcionado la fuerza selectiva para la evolución de la psilocibina como modulador de la simbiosis”, sostienen.
Esta iniciativa científica permitió rastrear patrones genéticos relacionados con la psilocibina a través de un árbol genealógico aún más detallado. El estudio ha aportado un elemento clave no solo para entender la historia evolutiva de los hongos psilocibes, sino también para un proyecto de investigación más ambicioso: demostrar que esta especie llegó con los meteoritos que desaparecieron a los dinosaurios.
Con la nueva información sobre la aparición de los hongos psilocibes, el próximo paso de los investigadores de la Universidad de Utah es realizar los primeros experimentos para probar la Hipótesis de los gasterópodos. “El momento y las fechas de divergencia del Psylocibe coinciden con el límite KPg, el marcador geológico del asteroide que arrojó a la Tierra a un invierno brutal y prolongado que mató al 80% de toda la vida. Dos formas de vida que prosperaron durante la oscuridad y la decadencia fueron los hongos y los gasterópodos”, dicen los académicos de la casa de estudios, refiriéndose en último lugar a las babosas.
“La evidencia y el registro fósil muestran que los gasterópodos tuvieron una diversificación y proliferación masiva justo después del impacto del asteroide. Y se sabe que las babosas terrestres son grandes depredadores de los hongos. Con la datación molecular del Psilocybe, realizada hace 65 millones de años, es posible que los hongos psilocibes hayan evolucionado como un elemento disuasorio de las babosas”, dicen desde la Universidad de Utah. Para realizar el estudio, instituciones de todo el mundo han enviado muestras de hongos que poseían para contribuir con la investigación, incluidas algunas que fueron recolectadas hace más de 150 años.