La Federal and Drug Administration (FDA) aprueba que se investigue la efectividad de un medicamento de acción rápida contra la depresión fabricado con un derivado de la ketamina.
Se trata de un spray nasal desarrollado por Janssen Pharmaceuticals inc., una subsidiaria de Johnson & Johnson. Pretenden que la esketamina, el derivado de la ketamina que fundamenta el producto, llegue bajo el nombre de Spravato. El problema, y de ahí que necesite ser testeado, es que aún se desconoce cómo es posible que la ketamina contenga estas propiedades antidepresivas.
Algunos científicos consultados por el New York Times se alegran porque la FDA permita investigar el medicamento pero consideran que hay que frenar el entusiasmo. Lo más probable, dicen, es que haya más hype que una posible “curación” rápida de la depresión. Cuando apareció el Prozac y el Paxil como tratamientos se sobredimensionaron sus propiedades y efectos curativos como se está haciendo con la esketamina, por lo que cabe ser prudente ante este tipo de productos milagro.
La ketamina fue una droga bastante popular, si es que en algún momento dejó de serlo, en la cultura de club de los años 80 y 90 conocida popularmente como Special K. Si se aplicase a la depresión bajo la forma de la esketamina nadie espera que carezca de efectos secundarios, sin embargo, se considera que serán menos dramáticos que otros tratamientos experimentales que están sobre la mesa que intentan superar el modelo de “prozac para la depresión”.
Además, la ketamina, según consideran las autoridades sobre la materia, tiene propiedades que pueden inducir al abuso y existe riesgo moderado de sufrir un brote psicótico en algunos casos. El desafío para los médicos es encontrar un espacio en el que la medicina funcione pero no suponga un riesgo para el paciente. Lo que viene a ser una medicina, vaya.