Suena a chiste malo o leyenda urbana inverosímil pero el caso es que un técnico se pilló un colocón de LSD mientras reparaba un sintetizador de los años 60.
Le sucedió a Eliot Curtis, el director de contenido de la cadena de televisión local estadounidense KPIX en San Francisco. A Curtis se le encargó reparar un sintetizador modular Buchla Modelo 100. Este sintetizador había estado almacenado en un lugar fresco y sin luz desde los años 60 en la Universidad de California de la Bahía Este. Curtis se lo llevó a casa y mientras lo reparaba comenzó a sentir que estaba colocado.
Según cuentan en Pitchfork, Curtis abrió una tapa roja lateral del sintetizador y allí había un residuo, como una “costra cristalina”. Curtis usó una sustancia limpiadora y después retiró la “costra” con su dedo. 45 minutos después sintió un cosquilleo que vino acompañado de 9 horas de viaje psicodélico.
Después pudo comprobarse que la droga era LSD. Aunque parezca imposible, un experto sobre la materia aseguró a la cadena KPIX que si el LSD permanece en un lugar oscuro y sin luz los efectos pueden seguir estando activos y que existe la posibilidad, como fue el caso, de que se absorba por la piel. Nosotros nos mantenemos un tanto escépticos ante toda esta historia pero, por otra parte, nos gustaría mucho que fuese cierta.
Don Buchla, inventor de este sintetizador, fue miembro del movimiento contracultura en la Universidad de Berkeley. Se sabe que estos sintetizadores se colaban en la universidad y que, es probable, llevases un stash de LSD. Se sabe también que Buchla era muy amigo de Owsley Stanley, el ingeniero de sonido de Grateful Dead (en todas las leyendas aparece este legendario grupo), que también le gustaba jugar con diferentes composiciones para el LSD. Por supuesto, esto son conjeturas: no se sabe cómo puedo acabar el LSD en el sintetizador.