Tras la despenalización de 2022, el cannabis se convirtió en un reclamo visible en zonas turísticas como Bangkok, Phuket o Chiang Mai. En pocos años proliferaron miles de dispensarios y el sector alcanzó un volumen estimado de más de mil millones de dólares, con un protagonismo inédito en la oferta turística. Ese auge, sin embargo, estuvo acompañado de una regulación fragmentada.
El giro llegó a finales de junio de 2025, cuando el Ministerio de Salud publicó nuevas reglas que reclasifican las flores de cannabis exigiendo receta médica para su compra y se limita la dispensación a periodos de 30 días para uso personal. Además, los comercios con esta nueva normativa tendrán que transitar hacia clínicas con personal médico aprobado y abastecerse de proveedores certificados, con controles de calidad reforzados.
Mientras se implementa el cambio, el Departamento de Medicina Tradicional y Alternativa ensayó el 9 de julio un sistema de “receta de cannabis” y anunció la formación de profesionales para prescribir bajo criterios clínicos. La cartera sanitaria también coordina con la policía la aclaración de prácticas permitidas y prohibidas, a fin de reducir la confusión normativa que afectó tanto a residentes como a visitantes durante la fase de transición.
Desde el sector turístico, las asociaciones hoteleras y de agencias sostienen que las restricciones pueden mejorar la percepción de seguridad para el público asiático y, a la vez, abrir un nicho con estándares médicos y sanitarios para aquellos interesados en el cannabis. Al mismo tiempo, este reordenamiento haría que parte del público europeo interesado en experiencias recreativas se redujera, lo que alimenta la incertidumbre inversora.
Para quienes viajan, el nuevo escenario implica ajustes concreto como la relacionada con la adquisición legal de flores de cannabis que requiere de una receta emitida por profesionales facultados (incluida la medicina tradicional tailandesa) y la compra debe realizarse en establecimientos que funcionen como dispositivos de salud.