En Michigan, donde el cannabis medicinal es legal desde 2008 y el uso adulto está regulado desde 2018, la presencia del cannabis durante el embarazo ya no es una excepción. La nueva investigación de la Universidad Estatal de Michigan analizó a algo más de 1.100 embarazadas entre 2017 y 2023 y concluyó que, en promedio, una de cada seis tuvo exposición al cannabis durante la gestación, con picos de hasta una de cada cuatro en algunas zonas del estado.
La nota difundida por el canal local News Channel 3 (WWMT), replicada por el portal 420 Intel, pone rostro a esta estadística a través de la voz de Amanda Ezekiel, partera certificada del sistema de salud Bronson en Kalamazoo. Ezekiel reconoce que no le sorprenden las cifras: muchas de sus pacientes usan cannabis de forma recreativa o para aliviar síntomas clásicos del embarazo, como las náuseas matutinas, el insomnio o la ansiedad.
Sobre la mesa, sin embargo, hay un consenso entre los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos (ACOG) recomiendan evitar por completo el uso de cannabis durante el embarazo y la lactancia. Su argumento se apoya en que el principal compuesto psicoactivo, el THC, atraviesa la placenta y puede asociarse a partos prematuros, bajo peso al nacer, retrasos en el desarrollo y problemas de atención en la infancia. A esto se suma un elemento de incertidumbre importante, ya que no existe un umbral considerado “seguro” y la potencia de los productos disponibles hoy, así como las formas de consumo, son muy distintas a las de hace una o dos décadas.
El problema es que el mensaje institucional no siempre llega de forma nítida. La misma web del CDC que desaconseja cualquier uso de cannabis en el embarazo también recoge que ciertos cannabinoides pueden ser útiles para tratar náuseas y otros efectos secundarios de tratamientos oncológicos. Cuando la embarazada escucha de un lado que el cannabis es un medicamento para algunos pacientes y, de otro, que cualquier uso en su caso es inaceptable, el resultado lógico es la confusión.
En paralelo, las redes sociales han construido su propio relato. La cobertura de WWMT describe cómo creadoras de contenido en TikTok han popularizado el verbo “gardening” (jardinear) como código para hablar de consumo de cannabis durante el embarazo. En esos videos, la planta se presenta como un recurso inofensivo, casi terapéutico, para sobrellevar el malestar físico y emocional de la gestación.
El dato de que uno de cada seis embarazos en Michigan incluya cannabis no debería servir como un dato para alarmar, sino como punto de partida para una conversación sobre drogas, salud reproductiva y derechos. La evidencia científica hoy invita a evitar el consumo de cannabis durante la gestación, pero esa recomendación solo será efectiva si se formula desde la confianza y no desde el miedo.