De Cali a Popayán, la hoja de coca y el cannabis en la nueva Colombia
Hasta hace muy poco tiempo era complicado y arriesgado ir desde Cali hasta Popayán, la capital del departamento del Cauca.
Hasta hace muy poco tiempo era complicado y arriesgado ir desde Cali hasta Popayán, la capital del departamento del Cauca. Las FARC habían destruido un puente esencial para el paso, y durante todo el camino podían producirse encuentros con guerrilleros.
El Cauca es el cuarto departamento de Colombia con más cultivos ilícitos, con 8.660 hectáreas de matas de coca. Además, en este departamento se concentran los mayores cultivos de marihuana del país. Por otra parte, es uno de los departamentos con mayor porcentaje de población indígena del país, 190.069 personas (cerca del 20% del total departamental), pertenecientes a ocho grupos étnicos reconocidos oficialmente, los cuales están establecidos en veintiséis de los treintainueve municipios del Cauca. Son los páez, los totoró, los guambianos, los yanaconas, los coconucos, los eperara siapidara, los ingas y los pubenense.
En este contexto, ya es posible imaginar por qué el departamento del Cauca siempre fue uno de los más conflictivos del país. Las enormes extensiones de tierra pertenecientes a latifundistas, sumadas a las condiciones de los campesinos y de los pueblos indígenas, propiciaron los cultivos ilícitos para la obtención de pasta de coca y cocaína, lo que atrajo el desarrollo de la guerrilla y, ante la ausencia del Estado, la aparición de los paramilitares. Finalmente, la actuación del ejército con la fumigación de los cultivos y los bombardeos de los campos guerrilleros perjudicaron sobre todo a los campesinos y a los pueblos indígenas.
Después de cuatro años de negociaciones se ha firmado el Acuerdo Final, por el que se acaba el conflicto con las FARC. Este verano ya era posible ir tranquilamente de Cali a Popayán por carretera. Los retenes del ejército a lo largo del camino señalaban el pulgar a los conductores para indicar paso libre.
El centro histórico de Popayán es una hermosa ciudad colonial conocida como la ciudad blanca por el color de sus casas. Uno de los edificios más emblemáticos, un antiguo monasterio, aloja el único hotel cinco estrellas de la cuidad. En los días 11 y 12 de agosto se desarrolló en este hotel el VII Foro Internacional de la Hoja de Coca: “La coca verde. Industrialización, comercio y bienestar para la comunidad andina”. Aquello no era el tipo de evento que uno se espera, con conferencias, sino que consistía en una especie de feria de muestras donde las empresas que fabrican productos a base de la hoja de coca y cannabis exponían y vendían sus productos.
Eran apenas unas diez mesas situadas linealmente en la parte exterior de la entrada del hotel. Entre los productos se podían encontrar chicles con extracto de coca, coca ron, galletas de coca y cacao, pomadas de cannabis y hoja de coca, infusiones de coca con manzanilla, hojas de coca secas para infusiones, aceite de marihuana. Todos los productos estaban bien envasados y todos contenían una detallada descripción de la composición del producto, con sus datos nutricionales completos. La pomada de marihuana indica que es de venta libre y que tiene permiso concedido por autoridad indígena para el uso de plantas ancestrales de territorio nasa. En la composición se puede ver marihuana (Cannabis sativa), hoja de coca (Erythroxylum coca) y consuelda (Symphytum officinale). Hay toda una industria indígena colombiana dedicada a la preparación de estos productos.
Al dar una vuelta por la ciudad, uno puede observar que hay un gran número de farmacias o parafarmacias, con muchos establecimientos especializados en suplementos alimenticios y plantas donde es posible encontrar aceite de marihuana o pomada de coca y cannabis. Se venden con total tranquilidad.
A finales del año pasado, el Gobierno colombiano asombró al mundo con la aprobación de una cuidada y elaborada legislación sobre el cannabis medicinal. El propio presidente Santos defendió públicamente el decreto aprobado, y no tuvo reparo en contestar una pregunta incómoda acerca de si también regularía la cocaína, diciendo que lo haría sin duda si se probara su utilización medicinal.
La respuesta del presidente era elocuente, pero es obvio que no estaba pensando en la cocaína sino en la hoja de coca. En estos últimos meses se observa una tendencia de las autoridades colombianas a reconocer la hoja de coca como planta medicinal. Esto se puede ver hasta en el Museo de la Caña de Azúcar de Piedechinche, en el Valle del Cauca, en que se exhiben frondosas matas de coca con un letrero que señala “Medicinal”. Por otra parte, se conceden permisos especiales a los pueblos indígenas no solo para cultivar coca o cannabis, sino también para preparar productos derivados.
La estrategia está muy clara. Ante el problema de hacer cambiar los cultivos a los campesinos, lo mejor es transformar los cultivos ilícitos en cultivos lícitos. Toda Colombia está de acuerdo con esto. El periódico El Tiempo publicaba el pasado 23 agosto 2016 la noticia que habían habido más de cuatrocientos bloqueos de cocaleros que han frenado la erradicación de los cultivos ilícitos: “Usted toca una mata y no respondo’. Esa fue la desafiante frase que repetía uno de los setenta campesinos que el pasado 16 de agosto se enfrentaron, con machetes, piedras y palos tapizados de puntillas, a un grupo de policías de la Dirección Antinarcóticos que iba a empezar la labor de erradicación manual de cultivos ilícitos”.
El kilo de coca cosechada llega en algunas zonas a superar el precio de un euro, lo que se traduce en un incremento entre el cuarenta y el cien por cien de ganancia sobre el año anterior. Un kilo de base de coca se negocia en un promedio de 650 euros. Un kilo de cocaína en el lugar de producción fluctúa entre 1.250 y 2.200 euros. En este año ya se han incautado 212 toneladas de cocaína y 100 toneladas de marihuana.
De regreso a Cali, tengo hambre y pruebo las galletas de coca. La planta de coca es vida, dice el folleto. Están buenas, dan ganas de repetir y me acabo las seis en un momento. Siento una energía tranquila y observo con deleite el impresionante paisaje del Cauca.