Hoy en día, León y Valencia afirman que el Santo Grial se encuentra en sus catedrales. Ambos lugares reciben, con relación a sus reivindicaciones, el apoyo de algunos historiadores, mientras que otros consideran que no hay base alguna para sus afirmaciones.
Existen supuestamente documentos en los que se afirma que en el siglo xi se produjo una gran hambruna en el país del Nilo y el califa de la dinastía fatimí, que gobernaba esa zona del norte de África, pidió ayuda a sus hermanos musulmanes. También se indica que el emir de la taifa de Denia, en el Levante de la península Ibérica, fue el único que se ofreció a acudir en su ayuda, pidiéndole, a cambio, la pieza que los cristianos consideraban la Copa de Cristo. A partir de ahí, supuestamente, el Grial llegó a Valencia o a León.
¿A qué se debe que la leyenda del Grial haya perdurado a lo largo de los años tanto en su vertiente literaria desde Chrétien de Troyes hasta Robert de Boron, como en el universo musical con el Parsifal de Wagner y varias películas que han cautivado la imaginación de millones de personas?
La imagen del Grial impregna nuestro lenguaje, en gran parte porque la leyenda del Grial se ha narrado muchas veces de un modo seductor y emocionante, explicando la historia de un objeto místico y la difícil aventura de su búsqueda. En la actualidad, el Grial sigue siendo un tema profundo en la literatura, la ópera, las películas y otras artes, que hace resonar nuestros más recónditos anhelos.
Hay quien, buscando el origen del Grial, llega hasta la mitología celta y en última instancia hasta al chamanismo temprano y sus ritos. Fue De Boron que dio al Grial su sabor cristiano, pero también recordando su origen ancestral y pagano. Boron introduce a José de Arimatea, el discípulo de Jesús que proporcionó su tumba y quien supuestamente recogería la sangre de Jesucristo en la copa de la Última Cena.
El proceso habría sido el siguiente. De entrada, el Grial en su primera forma sería el caldero céltico de regeneración que se encuentra en muchos relatos célticos. La visita de los caballeros al Castillo del Grial constituye un viaje al inframundo céltico. Posteriormente, el Grial se convertiría en un icono cristiano a través de José de Arimatea.
Para algunos, la historia del Grial no es un producto de la imaginación literaria. En su raíz está, más o menos distorsionado, un antiguo ritual, cuyo objetivo final era la iniciación al secreto de la vida y finalmente de la inmortalidad.
En realidad, la tradición del Grial proviene de los antiguos cultos mistéricos del Mediterráneo. Cultos de naturaleza cuyo fin era la unión con Dios a través del éxtasis que proporcionaba el contenido de la Copa.
Weston, un historiador del tema, al hablar del Grial, por ejemplo, se remonta también al soma de los Vedas, que Wasson ya explicó que se trataba de la Amanita muscaria.
Tanto Jung como Emma, su esposa, autora de un gran libro sobre la Leyenda del Grial, llegan por rutas distintas a la conclusión de que en el núcleo del Grial se encuentra el chamanismo ancestral.
Los historiadores son reacios a hablar de enteógenos ligados al inicio de la religión. No dándose cuenta de que existe un impulso biológico, que perdura desde la antigüedad hasta nuestros días, a usar distintas sustancia para unirse con Dios o el Absoluto. No comprenden que la ingesta de diversas sustancias unen, más que separan, a las personas.
En el caso del soma, Dios desciende desde el cielo para crecer en la tierra. Era algo que la gente podía recoger y, tras un ritual, convertirlo en un sacramento. Los efectos eran potentes, no se limitaban a los de la comunión simbólica cristiana. El participante se sumergía en la santidad sin intermediarios.
Hoy en día, no hay duda alguna de que el éxtasis experimentado tras la ingesta del contenido de la Copa del Grial se debe a su contenido psiquedélico. Aunque se sigue discutiendo sobre el enteógeno que estaba en la raíz del Grial, nadie duda de que existía un agente psiquedélico que venía transmitiéndose desde los misterios de Eleusis hasta la actualidad.
En los experimentos llevados a cabo con psilocibina en la John Hopkins University se ofrece a los participantes la psilocibina en una suerte de copa semejante al Grial.
El Grial nos sumerge en este mundo liminar entre la vida y la muerte, y constituye el verdadero mysterium tremendum.