Actualmente, los problemas sociales se consideran problemas individuales; los actos colectivos, el papel del estado y del sistema socioeconómico han desaparecido del mapa. Si las soluciones colectivas son rechazadas, solo nos queda la automejora o crecimiento personal. A medida que la población gasta sus exiguo pecunio en el crecimiento personal, los autores de autoayuda y los inversores en tecnología ven como crecen sus ganancias.
Estamos hablando de un espacio relacionado con el narcisismo, el individualismo y el capitalismo, pero también arroja luz sobre el papel de las nuevas tecnologías. La industria del bienestar y las formas de explotación neoliberales alimentan el crecimiento personal para vendernos productos y servicios y, a la vez, nuestros datos. Ese tipo de organizaciones y sus tecnologías son los nuevos pastores: nos reúnen, nos guían, alimentan y controlan, no porque se preocupen de nosotros o de nuestro supuesto crecimiento personal, sino con el fin de obtener beneficios con nuestros datos. Las tecnologías digitales como internet y la IA no han cumplido sus promesas de liberación; por el contrario, a principios del siglo xxi, estas tecnologías están asociadas con la maquinaria de la esclavitud. Nos meten en una loca carrera que nunca podremos ganar: siempre seremos perdedores. Nunca seremos lo suficientemente buenos.
El mensaje actual está claro: el crecimiento personal es una suerte de autoobsesión que no conduce a ninguna parte, si no es finalmente a la muerte. Si las actuales tecnologías alientan esta errónea clase de amor a uno mismo, tenemos un problema. Si nuestras pantallas se convierten en espejos de nuestro narcisismo, perdemos la oportunidad de relacionarnos de forma empática con los demás y de abrirnos al mundo que nos rodea: una forma de crecimiento personal menos destructiva y más fructífera.
Incluso las prácticas espirituales, que poseen el potencial de sacarnos de nosotros mismos y cultivar la compasión hacia los demás, pueden conducir a lo que podríamos llamar “narcisismo espiritual”. Algunos estudios han demostrado que las prácticas espirituales como el yoga y la meditación, cuyo propósito es serenar el ego, en ocasiones producen lo opuesto: lo refuerzan. La gente, en estos casos, tiene la sensación de que sabe más que el resto y se tiene en tal autoestima que adquiere un aire de superioridad. En lugar de trascender el ego y abrir la mente, estas antiguas prácticas espirituales se utilizan al servicio del ego y el crecimiento personal; este se convierte en una ilusión y nos volvemos arrogantes individuos narcisistas.
La máquina más poderosa de crecimiento personal ha sido internet. En Silicon Valley se produjo la unión de la filosofía hippie con la alta tecnología. Esta combinación de las técnicas nueva era de crecimiento personal y las tecnologías digitales como el ordenador personal, internet y, posteriormente, el móvil, pronto han dominado nuestras vidas.
Al enfrascarnos en las nuevas tecnologías no solo trabajamos con nosotros mismos para mejorar, sino que también trabajamos gratis para el capitalismo, que utiliza y vende nuestros datos, nos vigila y nos manipula. Paradójicamente, el actual capitalismo no amenaza sino que estimula el crecimiento personal; lo necesita para sacar sus beneficios infinitos. De esta forma, el neoliberalismo explota a la gente de forma doble: primero, como trabajadores que intentan mejorar su actividad en las horas laborales, y luego, como consumidores de crecimiento personal en su tiempo libre, cuando intentan recuperarse de un trabajo esclavo.
Al promover la idea de que tenemos que resolver nuestros problemas solo a nivel individual, la cultura del crecimiento personal sostiene las formas de explotación y consumo capitalistas, tanto en el trabajo como en el tiempo libre. Cuando en realidad no podemos cambiarnos a nosotros mismos si no cambiamos la sociedad en la que vivimos.
Si realmente queremos ir más allá de la obsesión por el crecimiento personal, tenemos que rechazar la sociedad que nos está convirtiendo en lo que somos. Si no queremos ser ratas en una carrera sin sentido, hemos de hacer algo al respecto, no solo hablar de cómo pueden mejorar las ratas, haciendo pequeños cambios en sus terribles vidas. Si se trata de un asunto social, cambiemos la sociedad. El cambio social es el modo de escapar al narcisismo organizado. Mejorar la sociedad puede ayudarnos a mejorarnos a nosotros mismos de forma más saludable y menos destructiva.