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Perros policía bajo sospecha

Amber Marks, abogada y profesora en Derecho Penal y codirectora del Centro de Justicia Criminal en la Universidad Queen Mary de Londres, es una experta en las cuestiones legales que rodean el uso de perros en labores policiales antidrogas. En esta ponencia, impartida en las jornadas “Policía y drogas: una conversación urgente” celebradas el pasado febrero en el Ateneo de Madrid, condensa sus impresiones y la evidencia disponible acerca de las unidades policiales caninas. Frente al mito de que gracias a su olfato los perros policía son infalibles, la realidad de los datos es que ni son eficaces para las labores policiales ni buenos para la salud pública de los ciudadanos.

Fue alrededor de 2006, yo ejercía como abogada en Londres y me empecé a encontrar perros policía buscando drogas por todas partes: en las salidas de trenes, en las estaciones de metro, en las salidas de clubs, dentro de los pubs y en las entradas a festivales de música. También se estaban instalando en esta época muchas máquinas de escaneo y cámaras de vigilancia, y académicos y ONGs estaban cada vez más preocupados por la tecnología de vigilancia y la intrusión de esta en la privacidad. Fue entonces cuando me interesé en la actividad y eficacia de los perros policía, porque dudaba que fueran tan omniscientes como sugerían algunos agentes y porque, sin ninguna regulación, estaban desequilibrando la sensible relación entre las autoridades y el individuo. Así fue cómo me dediqué un año a estudiar a los perros policía, escribí un libro y varios artículos, y hasta hice un programa de radio de la BBC. 

Debo confesar que sé muy poco sobre el uso de perros policía en España, aunque tengo entendido que hace poco unidades caninas antidrogas de policía local han empezado a aparecer en España y su uso está en auge. 

Lo que si que puedo compartir son algunas lecciones sobre cómo se han empleado en Australia, Estados Unidos y en el Reino Unido. Para mí las preguntas claves son: 1) ¿Es legal este uso de perros por parte de la policía? ¿Hay alguna regulación sobre su uso? ¿Respeta la privacidad y dignidad de las personas? 2) ¿Se clasifica un olfateo canino como un registro policial? 3) ¿La presencia de un perro policía aumenta la salud pública y la seguridad ciudadana? 4) ¿El despliegue público de perros antidrogas es bueno para las relaciones entre la policía y la comunidad? 5) ¿La indicación del perro proporciona motivos razonables para que un oficial realice un registro?

Otra pregunta importante para muchos sería: ¿saben los perros si llevo droga? Esa sí la puedo contestar con seguridad: No, los perros no saben si llevas droga. Lo que sí suele haber en la gran mayoría de operaciones de despliegue de perros es un policía mirando las reacciones de la gente, y muchas veces son los nervios y el miedo de la gente lo que les llama la atención, mas que cualquier gesto canino ante un olor. También hay muchísimas personas que, al ser señaladas en estos contextos con perros, empiezan a confesar todo tipo de cosas para intentar explicar su olor, contando que han estado con amigos que fumaban, etc. No hay por qué hacerlo. Los perros se equivocan. Y a menudo.

Los perros policía en Australia, 20 años demostrando su ineficacia

En Australia, concretamente en Nueva Gales del Sur, hubo muchísima oposición a los perros por parte de la sociedad civil. La aparición de perros policía fue contestada con muchas manifestaciones, con numerosos vecinos involucrados en cuestionar su legitimidad. Ya en 2001, en el caso Police v Darby, un tribunal decide que la acción de un perro al olfatear a una persona cuenta como registro, por lo cual es ilegal sin la existencia de indicios racionales para justificarlo. 

"Las drogas prohibidas solo fueron halladas en un 26% de los registros realizados por indicación canina. Es decir, casi las tres cuartas partes de todos los olfateos no localizaron drogas prohibidas"

La cuestión de si un “olfateo” es un “registro” ha sido discutida en los Tribunales Supremos de Canadá, Estados Unidos y Nueva Gales del Sur en Australia. En las tres jurisdicciones los ciudadanos tienen derecho a no ser sometidos a registros injustificados. El propósito de este derecho es proteger a las personas de intrusiones gubernamentales sin una razón clara. En líneas generales, el resultado de las decisiones de los tribunales supremos ha sido que un “olfateo” por parte de un perro policía se trata como un “registro” en Canadá, mientras que en Australia no es considerado un registro, pero ha sido regulado por la legislación. En Estados Unidos, en cambio, aún no ha quedado muy claro.

Es un tema interesante. Hay circunstancias en que ser olfateado incomoda o puede interferir en la privacidad o la dignidad de una persona. Hay un tabú sobre el olfato. No se considera socialmente aceptable olfatear a extraños, a menos, por supuesto, que seas un perro. Pero, incluso así, puede resultar una sensación muy incómoda para muchos. Como quedó demostrado en las entrevistas a ciudadanos que llevó a cabo el Defensor del Pueblo en Nueva Gales del Sur (Australia), a mucha gente le incomoda ser olfateado por un perro policía: “Te puedo decir –dijo uno de los entrevistados– que a menos que lo hayas experimentado no tendrás ni idea de las sensaciones que produce. Soy un ciudadano respetuoso de la ley y me molesta profundamente la acusación que implica ser olfateado”.

Gracias a varios juicios, a las quejas y a las manifestaciones, el uso de los perros fue regulado finalmente por un acto parlamentario. Se estableció entonces la obligación de recopilar datos, se llevaron a cabo debates públicos sobre su uso, y se realizó una importante investigación que duró dos años por parte del Defensor del Pueblo. El informe del Defensor del Pueblo hecho público en 2006 es concluyente: las drogas prohibidas solo fueron halladas en un 26% de los registros realizadosados por indicación caninao.casos en los que se emplearon perros policía. Y en las búsquedas, los perros seguían una indicación del policía al cargo.Es decir, casi las tres cuartas partes de todos los olfateos  (orientados por las indicaciones del policía) no localizaron drogas prohibidas.

En Australia, se han hecho muchas investigaciones empíricas y todas concluyen en que el uso de perros no es bueno ni para salud pública ni para las relaciones públicas de la policía. Las operaciones con perros no disuaden a las personas de consumir sustancias ilícitas, y en su lugar fomentan una serie de reacciones que aumentan la probabilidad de sufrir daños a la salud, incluida una sobredosis. Y aparte de esto, cuestan mucho dinero y no son eficaces. Entre el 1 de enero de 2013 y el 30 de junio de 2023, los perros propiciaron 94.535 registros generales y con desnudo, y casi en el 75% de estos registros no se encontró ninguna droga ilícita. Lo que sí consiguieron es el aumento del numero de personas registradas por parte de la policía. Porque el número de cacheos con desnudo realizados por la policía se ha multiplicado por 20 en los últimos quince años, y eso ha sido en gran parte debido a las alertas caninas. Los agentes se niegan a aceptar que sus perros se han equivocado e insisten en registrar, restando así la confianza de la ciudadanía en la policía.

Más problemas que soluciones en Reino Unido

"En Reino Unido, preocupados por la probabilidad de que este tipo de operaciones afectara negativamente a la confianza de la ciudadanía en la policía, se decidió reducir sustancialmente el uso de perros antidrogas"

En el Reino Unido tenemos muy pocos datos y ninguna ley regulando el uso de perros policía. La poca información que tenemos proviene de quejas manifestadas por parte de ONGs, así como por los recursos al amparo de la Ley de Libertad de Información. Por poner un ejemplo, en una de las operaciones habituales llevadas a cabo con perros, en el Festival Latitude de 2008, se supo que solo el 12% de las búsquedas concluyeron con el hallazgo de drogas ilegales. Y gracias a las quejas de una ONG dedicada a proteger los derechos de la infancia pudimos enterarnos del caso de un chico de 16 años sacado fuera del festival y obligado, pese al frío que hacía, a quitarse la chaqueta para ver si llevaba drogas. El policía le dijo “el perro nunca se equivoca”. Sin embargo, cuando la policía terminó de registrarlo, se confirmó que no portaba drogas. Entonces, los policías se volvieron menos agresivos, pero se justificaron diciéndole al chico que debía de tener olor a cannabis de algún lugar donde hubiera estado. El muchacho entonces explicó que no era posible, que había estado todo el día en una reunión del Departamento de Educación y Habilidades.

La buena noticia en el Reino Unido es que la propia policía se ha dado cuenta de que los perros causan más problemas que soluciones. El British Transport Police supervisó su uso de los poderes de detención y registro bajo la Ley de Drogas e identificó que se llevó a cabo un número sustancial de registros en el que no se encontró ningún artículo prohibido. Además, identificó que la mayoría de estos habían sido por indicaciones de un perro antidrogas. Preocupados por la probabilidad de que este tipo de operación afectara negativamente a la confianza de la ciudadanía en la policía, se decidió desde entonces reducir sustancialmente el uso de perros antidrogas.

¿Es fiable el olfato de los perros?

En Estados Unidos hay cientos de decisiones judiciales, incluyendo algunas del Tribunal Supremo, que marcan los parámetros de legalidad en el uso de perros antidrogas.

Una de las grandes ventajas de tantos juicios es el numero de estudios forenses que se han realizado sobre la fiabilidad de las indicaciones guiadas por el olfato canino. Y es que resulta que la ciencia del olfato es muy compleja y está aún en sus comienzos. Sabemos que el sentido del olfato es complejo e impresionante, pero no estamos seguros ni de sus mecanismos mas básicos. No se sabe si es la forma o si es la vibración de una molécula lo que dicta su olor. Ningún científico es capaz de predecir cómo olerá cualquier molécula o combinación de moléculas. Los estudios hechos sobre perros antidrogas han producido resultados sorprendentes. Digamos que un perro policía está olfateando cocaína. “En la cocaína, el benzoato de metilo es un producto de descomposición que se produce cuando el clorhidrato de cocaína se expone al aire húmedo” y resulta que es el compuesto que más oloroso de la cocaína y es la sustancia que provoca una reacción en un perro entrenado en la detección de cocaína.

El problema es: ¿qué más contiene benzoato de metilo? Pues petunias, perfumes, aditivos alimentarios… Todos estos elementos tienen en común con la cocaína el benzoato de metilo, lo que puede generar falsos positivos.

" La investigación empírica ha demostrado que las habilidades olfativas de los perros están lejos de ser precisas y confiables. Pero como nuestra cultura está llena de testimonios de la omnisciencia olfativa del perro, la idea de su infalibilidad nos ciega ante sus fracasos"

¿Y qué sucede con otras drogas? Pongamos que un perro policía está olfateando heroína. “Los estudios muestran que el ácido acético es el olor dominante de la heroína y es el compuesto orgánico sobre el que alertan los perros policía”. El problema aquí es que este olor también esta presente en el vinagre, la aspirina, algunos aditivos alimentarios, productos eliminadores de verrugas (¡imagínese la vergüenza de tener que explicar esto a un policía!), productos “verdes” de limpieza para el hogar. ¿Y qué pasa si un perro huele MDMA, éxtasis? Los perros policía alertan no sobre la MDMA, sino sobre una molécula volátil, el piperonal, que aparece además en una amplia gama de productos domésticos comunes, como el jabón, algunos aditivos alimentarios o potenciadores del sabor, incluso está presente en repelentes de piojos (¡otra vez la vergüenza de tener que explicárselo a un policía!).

Aún no hay datos empíricos sobre la detección canina de marihuana, pero, en Gran Bretaña hay una planta con flores rosadas llamada phlox de musgo que se cultiva en jardines y ha producido alertas caninas positivas de detección de drogas.

La pregunta es por qué creemos en la fiabilidad de los perros como detectores de olores. En Estados Unidos, el professor Taslitz ha tratado de entender por qué, en contra de los conocimientos científicos, se utiliza aún como prueba judicial, incluso como prueba de identificación. Según Taslitz, nuestra confianza en el olfato canino se debe a que vemos a los perros olfateando todo el tiempo, a que al ver cómo claramente usan su nariz más que nosotros, asumimos que pueden oler tan bien, o incluso mejor, de lo que nosotros vemos. Sin embargo, la investigación empírica ha demostrado que las habilidades olfativas de los perros están lejos de ser precisas y confiables. Pero como nuestra cultura está llena de testimonios de la omnisciencia olfativa del perro, la idea de su infalibilidad nos ciega ante sus fracasos. He conocido a agentes de policía que parecen creer genuinamente que sus perros tienen habilidades mágicas. Cuando la persona marcada por un perro policía resulta que no tiene ninguna droga, todavía insisten en que su perro estaba en lo cierto, recurriendo a justificaciones como que la persona debe haber consumido drogas en el pasado o tener amigos que lo hicieron o haber estado en algún lugar donde se consumieron drogas… incluso que lo que pasaba era que el perro se estaba dando cuenta del miedo de la persona, porque esta tenía algo que ocultarle a la policía.

Otra explicación de los falsos positivos es lo se llama el efecto Hans, “el listo”. Clever Hans o Hans “el listo” fue un caballo famoso en Alemania a principios del siglo xx, del que se alegaba que era capaz de realizar operaciones matemáticas como sumar, multiplicar, dividir o trabajar con fracciones. El caballo hizo grandes presentaciones públicas donde le hacían consultas matemáticas y el animal “respondía” correctamente pateando en el suelo. Ante las dudas de los científicos sobre la supuesta inteligencia animal se creó una comisión especial encabezada por el psicólogo Oskar Pfungst en 1907. La investigación formal demostró que el caballo no realizaba estas tareas mentales, el caballo en realidad respondía directamente a señales involuntarias en el lenguaje corporal de su entrenador humano, el cual sí tenía las facultades para solucionar cada problema. El entrenador era completamente inconsciente de que él proporcionaba tales señales. En 2011 un estudio estadounidense enseño que lo mismo pasa con perros policía, que son muy sensibles a los deseos y pensamientos des sus dueños.

¿Y qué pasa en España?

¿Es fiable el olfato de los perros?

En los últimos años en España se publican noticias que nos hablan de un incremento de las unidades caninas. Por ejemplo, hace poco leí que la Policía Local de Palencia ha puesto en funcionamiento la Unidad Canina (UICAN), en la que tres policías locales de la plantilla han completado durante cuatro meses un curso de formación aprendiendo las técnicas como guías caninos y adiestradores de perros detectores pasivos de drogas y sustancias estupefacientes, con el sistema de marcaje lapa. El curso, con una duración de 380 horas fue impartido en la ciudad de Burgos, capital cuya Policía Local cuenta ya con una patrulla canina de estas características desde hace más de una década.

El objetivo de la Unidad Canina, según explicó el jefe de la Policía Local de Palencia, Isidoro Fernández, es principalmente conseguir erradicar el tráfico, tenencia y consumo de drogas y sustancias estupefacientes, siendo además un elemento disuasorio, frente a posibles actos delictivos, a la vez que, transmite al ciudadano, una mayor sensación de seguridad y tranquilidad.

En este sentido explicó que “se pondrá especial énfasis en las proximidades de los colegios e institutos, así como en aquellos lugares en los que se tenga constancia de consumo o menudeo de drogas. Además, desarrollarán una función preventiva en eventos culturales y sociales de la ciudad y realizarán acompañamiento en controles preventivos en carreteras e inspecciones en las estaciones de tren y autobús”.

También en la noticia se nos explicaba que los tres perros –Nao, Gea y Urco– eran de raza pastor belga malinois, habían sido adiestrados con el sistema de marcaje lapa y se van a casa con el policía. En este sistema, el can se queda estático junto a la persona o el lugar que quiere señalar porque ha olfateado alguna sustancia conocida para él.

Según tengo entendido, en España, la tenencia para uso personal se excluyó como delito a través de varias sentencias del Tribunal Supremo. Y también por decisión del Parlamento en 1992, cuando se sometió a votación la enmienda del Grupo Popular para introducir la tipificación de tenencia para el consumo personal y fue rechazada, con 82 votos a favor y 174 en contra. La enmienda fue presentada por el PP como obligación derivada de la Convención de 1988. El Ministerio de Justicia explicó entonces al Congreso que no era obligación para España aceptarlo debido a que el Convenio incluía la frase “A reserva de sus principios constitucionales”. No se aclaró en el debate cuál de los varios principios constitucionales justificaba la decisión del Gobierno de no criminalizar el uso personal, pero sí que fueron citados el principio de intervención mínima y el derecho a la libertad.

No sé si en los últimos años se ha dado un gran aumento de los registros en España, pero, según los datos recopilados por el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (EMCDDA), en España hay hoy más personas sujetas a sanciones administrativas por tenencia en la vía publica que en cualquier otro país de Europa. 

Al igual que en Estados Unidos, Reino Unido y Australia deben existir indicios razonables para poder practicar un registro policial. ¿Por qué las leyes de todas las democracias liberales exigen motivos razonables antes de un registro policial? Para evitar que nuestra privacidad y libertad sean interferidas arbitrariamente por las autoridades. Se requieren motivos razonables para que la ley cumpla con el Convenio Europeo de Derechos Humanos. Hay quienes dicen, apoyados en estudios científicos, que la palabra –o, mejor dicho, el gesto– de un perro no cuenta como indicio racional. 

No sé cómo se va a desarrollar el tema en España, pero ahora que se está llevando a cabo un esfuerzo global para reducir la estigmatización de los consumidores de drogas, debido al daño que el estigma causa tanto a sus derechos humanos como a la salud pública, las operaciones policiales con perros antidrogas hacen precisamente lo contrario. El mensaje que el uso de perros policía da a la sociedad es que los consumidores de drogas huelen mal o, mejor dicho, que “apestamos” y que, por lo tanto, deberíamos de ser marcados.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #316

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