Cuesta entender que la máxima responsable de la lucha penal contra el narcotráfico en el Ministerio Fiscal español sea tan imprecisa al hablar de cannabis. Más que llamativo, preocupa que alguien con capacidad de orientar prioridades públicas sostenga que “uno de cada cuatro consumidores de cannabis termina con esquizofrenia”.
A estas alturas, presentar el cannabis como catalizador de enfermedades mentales suena menos a evidencia y más a un guion ideológico. En campañas recientes —como las del Plan Regional contra las Drogas de la Comunidad de Madrid— ya vimos mensajes que, sin base científica, advertían a jóvenes que consumir cannabis “provoca esquizofrenia”.
Pero ¿qué dice la evidencia? Primero, no es “uno de cada cuatro”. Lo que hay es una asociación entre cannabis y psicosis que aumenta con el uso diario y de alta potencia, el inicio temprano de consumo y cierta vulnerabilidad familiar. Los datos más consistentes señalan mayor riesgo en hombres jóvenes con trastorno por uso de cannabis (NIH, 2023) y en consumidores diarios de productos potentes (estudio multicéntrico EU‑GEI, 2019). Aun así, la esquizofrenia es poco frecuente y la mayoría de los usuarios no la desarrollará.
Pero más allá de las frases efectistas, lo de Morán no es un lapsus: es una posición sostenida y marcada por prejuicios prohibicionistas. En enero de 2024 volvió a la carga y, sin aportar estudios que lo acrediten, señaló que le preocupaba “especialmente que España se haya convertido en el primer país productor de cannabis del continente europeo”.
A mediados de este año insistió en la misma tecla en la Cadena SER: habló de la “banalización” del consumo y afirmó que “donde han legalizado la droga, no se ha acabado con el narcotráfico”. Cierto: ningún país ha erradicado por completo los mercados ilegales, pero experiencias de regulación como las de Canadá y Uruguay —según informes oficiales de Health Canada y del IRCCA— muestran que un marco regulatorio puede desplazar parte del consumo hacia circuitos legales, con control de potencia y etiquetado, trazabilidad y mejores herramientas de prevención y tratamiento.
Ahora, en su última entrevista, Morán equiparara los riesgos del cannabis con los del tabaco y afirma, además, que existe un lobby que minimiza daños, destacando que “tenemos la sensación de que la sociedad ha rechazado el tabaco, pero no el cannabis”. Es importante aclarar que el punto no es que opine en los medios —y, en particular, sobre el cannabis—, sino que una autoridad clave repita consignas sin matices ni respaldo sólido.