Los osos psicodélicos de WhatsApp y la droga que se vende a la puerta del colegio
Los bulos recurrentes se propagan por las redes sociales ante la falta de criterio de la gente que los comparte y los medios que los dan credibilidad.
Parece que la imagen de unos ositos de caramelo ronda WhatsApp junto con un texto de advertencia “Enseñad esta foto a los niños. No son chuches, es éxtasis. Por favor, pasadlo a más grupos. Gracias”. La gente de Verne habló con la policía y les confirmaron que no hay ninguna amenaza al respecto y que ni se sabe ni se conoce caso alguno relacionado con los osos, el éxtasis, o niños con los ojos como el flautista en las puertas del amanecer.
En Snoops, expertos en desmentir bulos, esta imagen vuelve a aparecer. Esto nos informa que, por lo tanto, no se corresponde con el territorio español. Se supone que durante Halloween alguien estaba repartiendo estos ositos con éxtasis. Se pedía mucha prudencia a los padres y que tiraran de la correa de los niños, no vaya a ser que acabasen viendo dragones por culpa de algún desaprensivo.
Que sean ositos y que contengan éxtasis puede que sea cierto (al menos sí son osos), pero ni la forma es “nueva”, como se dice para alertar, ni se repartieron durante Halloween.
Snoops rastreó la imagen hasta un post de Facebook de 2015 de un tal Thomas Chizzo Bagwell en la que se podía leer que los osos podrían causar sobredosis a los niños. Sin embargo, la advertencia, como tantas otras veces, resultó ser falsa. Este bulo se sitúa en el territorio de la leyenda urbana “veneno repartido de forma aleatoria entre niños durante Halloween”, en el que también entra esa tan macabra y conocida de la “cuchilla de afeitar dentro de la manzana de caramelo” que jamás ha sucedido.
Todos estos rumores de figuras infantiles y pastillitas mágicas de colores llamativos tiene algo de verdad en tanto en cuanto el diseño corresponde con el arquetipo de drogas de diseño (la idea del colorido y la felicidad asociada a la fiesta). Lo que no tiene razón de ser es que se diseñen para atraer la atención de los niños. Amigos, un niño de ocho años no va a comprar drogas de diseño entre otras cosas porque no tienen dinero. El delincuente está perdiendo dinero si cree que así va a atraer nueva clientela.
Ahora tenemos redes sociales y formas de comunicar una idea de forma muy rápida y efectiva si se sabe apelar a las emociones de la gente que de manera instintiva e irreflexiva tiende a compartir una información sin contrastar. En los años ochenta era mucho más complicado. El boca a boca tardaba más en calar. Ahora bien, cuando lograba permear en el subconsciente la idea queda y suele surgir una y otra vez a lo largo de los años. Todo el mundo de una edad sabe que hay personas malas que dan droga gratis en la salida de los colegios, que es la cosa más absurda que alguien puede pensar. Sin embargo, como uno no se detenga un momento lo más probable es que lo crea.
Por ejemplo, hubo un momento en el que las calcomanías con LSD se repartían en los colegios. Se trataba de crear adictos o de intoxicar. La gente lo creía. Cualquiera que sepa un poco (solo un poco) conoce que aunque fuese cierto que personas locas van a repartir LSD a los colegios el principio activo del LSD no puede funcionar simplemente con un pequeño parche cutáneo. Menos aún crear adictos inmediatos.
Es mucho más probable que el desaprensivo sea quien falsifica la información a que haya una persona que reparte droga gratis. En 2001 se produjo un caso de clara falsificación de documentos. Una hoja oficial de la unidad de Pediatría del hospital del Niño Jesús iba firmada por Jesús García Pérez, jefe de sección. Se advertía de que se vendían calcomanías a la salida del colegio que producían "vómitos, risa incontrolable y cambios de temperatura" entre otras cosas. Se trataba de una falsificación y, por supuesto, Jesús García nunca la escribió: “Yo jamás daría una noticia que no está confrontada y que es una leyenda urbana que, cada cierto tiempo, circula por ahí”.
Para echar más leña al fuego las agencias antidroga como la DEA tienden a alarmar de vez en cuando a la sociedad con ciertas ideas vagas o ambiguas que siguen relacionando los imaginarios infantiles con las drogas. Hace poco advirtieron a los padres que inspeccionaran los osos de peluche (vuelven los osos) de sus hijos porque ahí tienden a esconder la marihuana. Algo que suena a delirio si no fuese porque su advertencia iba muy en serio.
El corolario de todo esto podría ser que al menos ese médico tuvo más celo profesional ante lo no contrastado que los periodistas que ayudan a difundir los bulos.
[Fuentes: Verne / Snoops / Merrijane]