En los barrios de Pedralbes y Les Corts, en Barcelona, dos fincas de vecinos se han organizado para tratar de frenar la apertura de dos clubs de cannabis en los bajos de sus calles. Los vecinos no quieren que haya consumidores de cannabis en su zona y están intentando evitar que las asociaciones instalen las salidas de humos necesarias para poder funcionar con normalidad.
“Cambiamos los estatutos [de la comunidad], gastamos 1.500 euros en 40 pancartas, pusimos un candado en la azotea... Y nos denunciaron, por el candado, y tendremos juicio, pero tenemos un informe de un arquitecto que nos avala”, dijo un residente de una finca de vecinos del barrio de Gràcia, que según La Vanguardia, están asesorando a los vecinos de Pedralbes para evitar la apertura del club.
Probablemente los vecinos tienen una imagen de los clubs de cannabis asociada a la marginalidad o la delincuencia que no se corresponde con la realidad. “¡No nos gusta la gente que atraen estos sitios!”, dijo una vecina al diario catalán. Los vecinos temen que los consumidores de cannabis acaben “en los jardines, donde juegan los niños, y en las terrazas de los bares”.
“Hablamos de drogas, quien quiera convivir con ellas, adelante, pero nosotros vivimos en una zona residencial y familiar, ¡no queremos que los niños encuentren esas colillas!”, dijeron al diario. El caso sirve de ejemplo del nivel de estigmatización que pesa sobre las personas usuarias de cannabis, y también del nivel de desconocimiento sobre el uso del cannabis en nuestro país. Los datos de consumo indican que en el barrio que tiene una población de 11.000 habitantes (2016) habrá centenares de consumidores de cannabis que pasan desapercibidos bajo el aspecto de normalidad, porque son normales.