Un nuevo estudio médico asegura que un consumo precoz de marihuana convierte a las personas en malos conductores cuando son adultos.
Según el estudio que se ha publicado en Drug and Alcohol Dependence, un consumo habitual de marihuana durante la temprana adolescencia favorece comportamientos impulsivos en los conductores como son el saltarse los límites de velocidad, ignorar las señales de tráfico, o tener más accidentes. No significa que la marihuana produce esa forma de conducir sino que tomar cannabis de adolescente lleva a conducir de esa manera llegada a edad adulta.
Es decir, uno conduce mal esté o no bajo la influencia del THC pues el daño ya estaba hecho por el consumo durante el desarrollo neuronal durante la adolescencia.
El estudio ha sido conducido por la doctora Staci Gruber que es profesora asociada en psiquiatría en la Escuela médica en la Escuela Médica de Harvard y la directora de la Cognitive and Clinical Neuroimaging Core en el McLean Hospital’s Brain Imaging Center. El estudio, insiste el trabajo, no dice que los efectos del cannabis afecten a la capacidad de conducir. Además, tenemos más estudios que apuntan a la dirección contraria: los conductores bajo la influencia del cannabis suelen ser más prudentes por motivos que se desconocen, aunque se piensa que tiene que ver con que el conductor está más preocupado y es más consciente de la merma de habilidades mientras está cocido y decide ser más prudente. Justo lo contrario a lo que sucede con el alcohol.
Lo que la doctora Gruber plantea son los efectos a largo plazo en consumidores habituales a largo plazo cuando se comienza el consumo en la adolescencia temprana. Es decir, se intuye en el trabajo que la marihuana puede producir “daños” cognitivos que a largo plazo serían perjudiciales para conducir de manera adecuada. A nadie se le escapa que este estudio apunta a que esto podría estar pasando con otro tipo de habilidades que requieran una coordinación psicomotriz.
“Antes de la edad de 16 años el cerebro es especialmente vulnerable desde un punto de vista del desarrollo neuronal, no solo al cannabis sino a cualquier tipo de drogas o sustancias, como el alcohol, pero también a las enfermedades o a las heridas”, comenta Gruber. “El cerebro está verdaderamente en construcción”.
Desde su perspectiva, una persona que consume mucho cannabis en la adolescencia se refiere a alguien que tome 4 o 5 veces marihuana a lo largo de la semana, con un tiempo de exposición al cannabis en su vida de 1.500 veces. Al no especificar cualitativamente el tipo de marihuana no se puede saber exactamente a qué se refiere. Lo que viene a decir como conclusión es que el uso de mucho cannabis perjudica el desarrollo neuronal y las habilidades cognitivas cuando uno es adulto.
El estudio no dice que los consumidores no puedan conducir, sino que se insiste en cómo afecta el cannabis a las habilidades cognitivas si uno es un consumidor fuerte de cannabis durante la temprana adolescencia.
Este no es el lugar para explicar por qué los estudios que se realizan con datos y sin pasar ciertos tipos de control son bastante cuestionables. Dada la complejidad de factores que se están exponiendo en este trabajo de Gruber, se necesitaría un desarrollo muchísimo más detallado y completo para poder afirmar lo que se está sugiriendo. Este tipo de estudios, solemos decir, encuentran correlaciones, que no significa causación. Por ejemplo, no se sabe si el cannabis es el que produce efectos impulsivos al conducir o si toman cannabis porque son impulsivos. El problema de la correlación es que puede funcionar para cualquiera de los dos lados y, en realidad, no explicar nada sobre el fenómeno.