Hace unos años, la línea que delimitaba una políticas pro-legalización contra los que pretendían mantener la yerba en la ilegalidad la marcaba el color del partido. Ahora las cosas no son tan blanco o negro.
Dado el corte conservador de los Republicanos, los estados donde el gobierno del partido rojo mandaba eran los que, por lo general, tenían políticas más duras contra cualquier sustancia estupefaciente. Por el contrario, los Demócratas promovieron políticas de regulación, descriminalización y legalización. Pero ese mapa mental basado en esta lógica de partidos ya no funciona a la hora de predecir qué va a hacer tal o cual político.
El último ejemplo de que las cosas ya no son lo que parece ha sido Nueva Jersey: Un estado que es muy Demócrata ha tirado en el último momento la ley para la legalización porque un senador del partido azul decidió echarse para atrás. Uno ya no puede estar seguro de que los colores signifiquen un futuro seguro para la legalización.
Es cierto que en caso de que se pida opinión a los ciudadanos por el asunto del cannabis en los estados donde la gente vota Demócrata es más fácil que una propuesta pro-legalización salga adelante. Justo al contrario que en los estados Republicanos. Sin embargo, si se mira detenidamente el mapa de la legalización uno encuentra que un estado como el de Alaska, muy, muy Republicano, legalizó el cannabis para uso recreativo en 2014. Y al contrario: Hawaii, estado tradicionalmente Demócrata, ha decidido en varias ocasiones no legalizar. Nueva York está teniendo problemas para legalizar porque algunos Demócratas están en contra.
En los estados donde recientemente se ha legalizado, como Massachusetts, Michigan o Vermont, se consideran mixtos: tienen el gobernador de un partido pero la cámara legislativa es del partido contrario.
¿Por qué sucede esto? No está claro, pero una de las explicaciones que se da es que cuando uno deja votar a la ciudadanía sobre un tema esta suele ser más genérica en su respuesta. Es decir, se vota según la preferencia del color. Sin embargo, cuando le toca a los legisladores decidir tienen en consideración elementos “más finos” que deben sopesar. En cierto modo esta aseveración tiene bastante de acertado, sin embargo es asumir que la masa nunca tiene criterio y vota con el corazón, mientras que los legisladores son racionales y concienzudos con sus votos.