En el contexto de los cuidados paliativos, el abordaje del sufrimiento emocional y existencial representa uno de los mayores desafíos clínicos. Un estudio reciente, publicado en la revista Palliative & Supportive Care, describe el caso de un hombre de 51 años con cáncer de pulmón metastásico, quien presentaba ansiedad y depresión persistentes pese al tratamiento psicoterapéutico y farmacológico convencional.
El paciente fue atendido bajo el Special Access Program (SAP) de Health Canada, que permite autorizar el uso compasivo de sustancias fiscalizadas en situaciones excepcionales. En este marco, recibió 25 mg de psilocibina por vía oral en una sesión terapéutica realizada en su domicilio, precedida por encuentros preparatorios y seguida de sesiones de integración psicológica. El procedimiento fue conducido por un equipo interdisciplinario con afiliaciones en McGill, Université de Montréal, University of Vermont y Stanford.
Según el reporte, la intervención fue bien tolerada y produjo descensos significativos en los indicadores de ansiedad, depresión y sufrimiento subjetivo, con mejoras que se mantuvieron durante los dos meses siguientes. Los autores subrayan la importancia del "set and setting" y de un marco terapéutico estructurado para garantizar la seguridad y eficacia del tratamiento.
Si bien se trata de un estudio de caso único, los hallazgos se suman a la evidencia existente sobre el uso de psicodélicos en contextos de final de vida. En 2016, ensayos clínicos en Johns Hopkins y NYU demostraron que una sola dosis de psilocibina, combinada con apoyo psicoterapéutico, puede reducir de forma rápida y duradera la angustia psicológica en personas con diagnósticos terminales. Este cuerpo de investigaciones sugiere que la psilocibina podría integrarse, bajo protocolos estrictos, como herramienta de alivio emocional en cuidados paliativos.
El caso reabre preguntas sobre cómo adaptar los marcos regulatorios a escenarios sensibles como el acompañamiento al final de la vida, ya que el verdadero reto no es solo clínico, sino también ético y regulatorio y, de esta forma, no seguir condenando al sufrimiento evitable a quienes transitan hacia la muerte.