El video -publicado por Trump en Truth Social- y producido por The Commonwealth Project, plantea que el CBD derivado del cáñamo podría “revolucionar la salud de las personas mayores”, reducir la progresión de ciertas enfermedades y funcionar como alternativa a fármacos recetados. En algunas versiones difundidas en medios estadounidenses, la pieza sugiere explorar su cobertura por Medicare, una idea que conecta con el creciente uso de cannabinoides no intoxicantes entre población senior y con la necesidad de orientar a profesionales de salud en el sistema endocannabinoide. El guiño político llega semanas después de que la Casa Blanca reiterara que estudia reclasificar la marihuana en la Ley de Sustancias Controladas.
El impacto bursátil tiene explicación, ya que un eventual paso de la marihuana a la Lista III aliviaría la carga fiscal del sector y abriría, de confirmarse, una nueva ventana para que empresas con operaciones en EE UU accedan a listados mayores y capital institucional. Sin embargo, no equivale a legalización federal porque seguirían vigentes las restricciones y la implementación dependería de cómo se armonicen las normas fiscales, financieras y de control de sustancias.
A la vez, el CBD se mueve en un terreno regulatorio propio. Aunque el cáñamo industrial fue despenalizado a nivel federal mantiene un criterio prudente respecto a su incorporación en alimentos y suplementos y ha reforzado la vigilancia sobre eventos adversos vinculados a cannabinoides de origen cáñamo. La brecha entre la popularidad del CBD y la ausencia de un canal regulatorio específico para consumo masivo explica parte de la incertidumbre del mercado. De ahí que el mensaje presidencial genere optimismo, pero también interrogantes sobre estándares de calidad, etiquetado, dosis y educación sanitaria.
En síntesis, la experiencia reciente nos enseña que los anuncios y guiños políticos pueden mover el mercado a corto plazo, pero la sostenibilidad del sector depende de hitos concretos como la decisión de reclasificar que recae sobre la DEA, establecer un marco claro para el CBD por parte de la FDA. Hasta entonces, la volatilidad seguirá siendo la norma.
Lo ocurrido confirma que, ante la prohibición y la ambigüedad regulatoria, los mercados reaccionan con mayor velocidad que las instituciones. Si el objetivo es mejorar la salud de las personas mayores y dar certidumbre a una industria legal en decenas de estados, el camino pasa por reglas claras, basadas en evidencia y con enfoque de reducción de daños. La política —y sus gestos— puede encender la chispa; la regulación seria es la que mantiene la llama.