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Las plantaciones de cannabis ilegal provocan vertederos ilegales en Barcelona

Los materiales que se abandonan suponen un problema para el medio ambiente y la protección forestal.

Cada vez se encuentran más vertederos ilegales como resultado de las plantaciones ilegales de cannabis en Barcelona. En lo que va de año las autoridades policiales de la provincia han encontrado al menos siete de estos vertederos ilegales tan sólo en las comarcas del Baix Llobregat, l'Alt Penedès y el Garraf. Sacos de tierra, materia vegetal, bidones de fertilizantes y abonos, filtros de aire… son algunos de los materiales que se abandonan en zonas boscosas y rurales apartadas y que dan forma a estos vertederos que cada vez más suponen un problema para el medio ambiente y la protección forestal.

Según TV3, el último de estos hallazgos se encontró hace unos días en un parque del Garraf, escondido en el interior del bosque entre Olesa de Bonesvalls y Begues. “En este caso, por el material que hay podríamos hablar de una plantación de 600 o 700 plantas de marihuana tranquilamente”, asegura Àlex Aguilar, de la Unidad Regional de Medio Ambiente de los Mossos d'Esquadra.

Cuando localizan uno de estos vertederos, los Mossos hacen un reportaje fotográfico, lo localizan en el mapa y hacen un acta policial. “Lo enviamos al Ayuntamiento o al propietario del terreno para que se retire, por un lado para prevenir incendios forestales, pero también para que el espacio no se convierta en un punto habitual de vertidos”, explica Aguilar.

Los vertidos ilegales de materiales de desecho son uno de los problemas derivados de los mercados ilegales de drogas que surgen con la prohibición de las drogas. En países productores de drogas sintéticas el problema es mucho mayor. Es el caso de Países Bajos y Bélgica, en donde se concentran muchos laboratorios clandestinos de producción de drogas como las anfetaminas o el MDMA.

Según un reportaje de Vice, entre 2016 y 2021 se registraron 1178 incidentes de vertido de residuos de drogas en ambos países. Los residuos se vierten en lugares como el alcantarillado, los ríos, en pozos de estiércol o bajo tierra. Además de suponer un alto riesgo para la fauna y la flora de los ecosistemas, los tóxicos pasan a las tierras de cultivo de alimentos o a las aguas en las que pescan o se bañan los habitantes de la zona.

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