Hace unos meses adelantábamos la noticia de una posible regulación del cannabis para uso terapéutico en el país norteafricano. Pero parece, que esta noticia, que debería resultar satisfactoria, no ha caído muy bien entre los granjeros que ya se dedicaban al cultivo.
En la localidad de Yammouneh, en el valle de la Bekaa, donde cosechan cannabis en pequeñas propiedades, se teme que la legalización no alcance un resultado beneficioso para todos. “El estado comprendió que puede enriquecerse con el hachís, pero nosotros vivimos del cultivo del cannabis durante décadas. Tengo miedo de que lo arruinen todo”, expresó al tabloide británico The Daily Star, un humilde granjero y comerciante que habló a condición de permanecer en el anonimato. Su principal denuncia consiste en que en sus exiguas plantaciones ellos mismos son granjeros y comerciantes de lo que sacan, ellos mismos poseen el equipo para extraer la resina, y venderla. Y este modelo de producción y venta no está contemplado por el gobierno libanés. “No estoy seguro de que haya un lugar para mí en ese mercado legal”, lamentó otro pequeño granjero y comerciante.
Y añadió que, dada su pequeña parcela y las ganancias directas de la planta, preferiría permanecer en el mercado ilegal, a menos que el cultivo y su venta sean legales en todos los ámbitos.
Esta es otra muestra de que la regulación, aunque siempre sea satisfactoria, no siempre va a contentar a todo el mundo.