Como cada primer sábado de mayo desde el año 1999, cientos de miles de personas salen a las calles de sus ciudades para reclamar mejoras en las legislaciones que afectan al uso de la marihuana. Desde finales del siglo XX hasta ahora los cambios han sido tantos que sería difícil enumerarlos todos, y en todos los países. Seguramente nos encontremos en el mejor momento, con la marihuana y su cultura, tanto en su consumo recreativo como medicinal, casi constantemente como tema de debate político. Eso no ha hecho que la gente deje de manifestarse, más bien al contrario, cada año estas marchas reúnen un número mayor de personas.
En el 2018 más de 120 países se han unido a la fiesta. Desde Canadá a Australia, pasando por los Estados Unidos, todas las capitales europeas, multitud de ciudades en cada uno de los países latinoamericanos, Madrid, capitales de provincia en España, y seguramente más de un pueblo perdido en cualquier geografía del globo. Y todas con un objetivo básico muy semejante: que la ley deje de perseguir a quien quiera usar marihuana.
Consignas como “Basta de presos por cultivar” en Argentina o “Cultiva tu derecho” en Chile, donde cerca de 80.000 personas recorrieron Santiago, como se puede ver en las imágenes. En Brasil, donde el exministro de Medio Ambiente Carlos Minc se pronunció a favor, marcharon con el lema “Río no necesita intervención, pero sí legalización”. Y en Colombia con su “Legalícela usted mismo”. En Madrid, Beatriz Macho, portavoz de la Confederación de Asociaciones Cannábicas (CONFAC) y Hector Brotons, portavoz del Observatorio Europeo de Cultivo y Consumo de Cannabis y asesor jurídico de CONFAC, se encargaron de leer el manifiesto de la MMMM2018, donde se reclamó, especialmente “políticas de drogas basadas en criterios de Salud y Derechos Humanos”, una “regulación social” por delante de los intereses de las multinacionales y un debate “real y urgente” porque, recuerdan, “tenemos compañeras y compañeros enfrentándose a penas de prisión y multas desorbitadas”.
Aunque se ha recorrido mucho camino desde la primera Marcha, basta con leer una parte mínima de las reclamaciones de cualquiera de las ciudades para ver que todavía falta mucho más por recorrer.