El cannabis, por mucho que nos pese, no le sienta igual a todo el mundo. Mientras que algunas personas experimentan gran euforia al tomar THC otros sucumben a la disforia.
De hecho, se calcula que un 22% de los consumidores suelen sufrir algún efecto adverso como ansiedad o pánico. No estamos hablando de primeros consumidores, esto sucede en gente que ya tiene cierta experiencia con el cannabis. En otras palabras, puede ser que uno la disfrute durante un tiempo y, de buenas a primeras, la persona comience a sentirse mal cada vez que la prueba. ¿Por qué sucede esto?
Hay 3 elementos claves: Edad, los receptores de opioides y la localización de los receptores CB1.
Edad: Según sabemos por diferentes estudios el cerebro joven tiende a mitigar los efectos adversos del cannabis si lo comparamos con uno adulto. En experimentos con ratones los especímenes jóvenes tienden a tener menor ansiedad cuando toman THC que los adultos. Los adultos, además, tienden a evitar las recompensas con THC.
Los receptores de opioides: La interacción entre los receptores opioides y los receptores cannabinoides es la que genera los efectos de aliviar el dolor por lo que habitualmente se toman estas sustancias. Dos de los receptores de los opiáceos (el μ y el κ) regulan los estados de ánimo y algunos mecanismos de recompensa. Activar los receptores μ suele generar satisfacción mientras que los κ generan lo contrario. Si al tomar uno produce que se activen los κ lo más probable es que esto signifique que el humor de uno se altere de forma negativa.
Los receptores CB1: Estos son los receptores que se enlazan con el THC y producen el subidón que todos conocemos. Sucede (aunque esto aún no se ha comprobado del completamente) que aquellas personas que tienen muchos receptores CB1 en la región donde se genera la dopamina (causante de los efectos placenteros de la marihuana) disfrutan menos del cannabis.