El “shock ontológico” aparece durante o después de experiencias intensas -a menudo asociadas a dosis altas o combinaciones- y se diferencia por no manifestarse como una atracción ante lo sublime, sino como desorientación, ansiedad o pánico.

En clave psicodélica, ese colapso puede sentirse como si el suelo se volviera “resbaladizo” y, en el caso de la  DMT o 5-MeO-DMT, por ejemplo, pueden desarmar de golpe el consenso de lo cotidiano. El problema no siempre termina al bajar el efecto. Si la memoria del episodio queda viva, algunas personas describen quedar “entre dos mundos”. Allí entra una noción útil para reducción de daños acuñada como la “seguridad ontológica” por R. D. Laing que es esa continuidad básica que permite habitarse y habitar el mundo sin que todo sea una pregunta urgente.

El estudio “Navigating groundlessness” (PLOS ONE, 2025) entrevistó a 26 personas que reportaron angustia existencial tras experiencias psicodélicas. Las narrativas recogidas van desde la desrealización y la obsesión por “entender lo visto” hasta síntomas compatibles con trauma prolongado. Los autores señalan detonantes que reactivaban el estado mental del viaje (meditación, respiración, hablar del contenido del trip, nuevas tomas, alteraciones del sueño) y subrayan que existe una necesidad de volver al cuerpo y a la vida diaria.

En esos relatos, las prácticas de “aterrizaje”como el trabajo corporal, los masajes, el contacto con el agua, la naturaleza o los animales aparecen como apoyos concretos. También emerge una lectura cultural, ya que en contextos secularizados, sin marcos comunitarios de sentido, el shock podría volverse más difícil de integrar y, en usos ritualizados tradicionales, el encuadre social puede operar como red de contención.

En tiempos de marketing terapéutico y promesas de iluminación, el “shock ontológico” recuerda que los psicodélicos no son solo una vía que conduce a un nivel de satisfacción ya que también son capaces de generar vulnerabilidad. Nombrar este costado incómodo -y diseñar recursos de integración que no idealicen la experiencia- es parte de una práctica sustentada en la reducción de riesgos.