Billy Caldwell es un niño irlandés de 12 años que padece crisis epilépticas graves, y cuya familia se ha tenido que resignar a trasladarse cada seis meses a Canadá después de que en 2017 el departamento de Interior prohibiera a su médico seguir dispensando el aceite de cannabis que necesita.
Billy fue la primera persona a la que se lo prescribieron en Reino Unido. A la vuelta de su último viaje a Canadá la madre de Billy, Charlotte Caldwell, denunció la confiscación del fármaco de su hijo en el aeropuerto de Heathrow (Londres). Después de que la salud del menor empeorara hasta el punto de tener que ser trasladado a un hospital, el departamento de Interior decidió hacer una excepción y devolverle el medicamento previo ruego de la progenitora, que aseguró que sería “lo único” que mitigaría los síntomas. Después de regresar a Co Tyrone, su domicilio en Irlanda, con la aprobación del tratamiento por parte de las autoridades, el régimen terapéutico al que se verá sometido el bueno de Billy ha hecho que su madre lo califique de “arresto hospitalario”. El niño necesita dos dosis diarias de aceite, pero la reglamentación actual impide que se le pueda administrar fuera del hospital, que se encuentra a dos horas de la casa de los Caldwell. Esto significa que, en la práctica, Billy tendrá que ser recluido en el hospital mientras dure su tratamiento, que puede ser de por vida. Todo un despropósito.