Señor Sánchez:
Como sabemos que la realidad tiene muchos frentes que atender y no se puede saber de todo, nos gustaría ofrecerle una síntesis resumidísima acerca de lo que debería ser una regulación del cannabis justa y eficaz. Son ideas acordadas y consensuadas por el movimiento cannábico en la que hasta ahora ha sido la plataforma más inclusiva de todas: Regulación Responsable.
Antes me gustaría advertirle de que estamos hablando de aplicar políticas apropiadas para proteger la salud y el bienestar público (de acuerdo con directrices de la ONU) y para no entorpecer el libre desarrollo de la personalidad que, junto con la dignidad de la persona y los derechos que le son inherentes, están reconocidos como fundamento del orden político y de la paz social en la Constitución española (artículo 10).
El objetivo de la regulación del cannabis es conseguir formas de gestión que minimicen sus posibles daños, tanto a nivel individual como colectivo, y se ha de regular desde la producción hasta la dispensación, pasando por la manipulación, estableciendo los límites de la compra, la tenencia y el consumo en un régimen administrativo de control en el que se incluya una fiscalidad.
Como bien recogió la plataforma Regulación Responsable, el acceso de los usuarios al cannabis debe hacerse a través de cuatro vías. Las tres primera son claras y no debería retrasarse su implantación:
1. Farmacias
Distribución a través de farmacias y con receta médica. Se abastecerán de los cultivos de las farmacéuticas con “la fórmula cannabinólica” adecuada a las enfermedades para la que es recomendada.
2. Autoproducción para el autoconsumo
Sin necesidad de registro ni de licencia, con un máximo de 6 a 8 plantas por vivienda o 1.500 W de potencia lumínica para la floración de los cultivos de interior. Acumulación exclusiva del producto de su cosecha por parte del cultivador/usuario. Con este número de plantas un cultivador experimentado es capaz de asegurarse 3 kg con los que cubrir su consumo (y el de su familia). Y siempre se podrá hacer socio de un CSC o comprar en las cañamerías si su cultivo no le llega para autoabastecerse.
3. Clubes cannábicos
Amparados en una ley como la catalana (lamentablemente, tumbada por el Tribunal Supremo), los clubes serían sin ánimo de lucro. El que quiera hacer negocio con el cannabis, lo cual es muy legítimo, siempre tiene la posibilidad de abrir una cañamería. El cultivo del cannabis estará orientado a satisfacer la demanda de los socios, será necesaria una licencia otorgada por el órgano competente con un máximo de producción. En Cataluña se aceptaron un máximo de 150 kg anuales, aunque hay margen para el debate. Con esta licencia de hasta 150 kg no haría falta poner límite de socios. Hay que tener en cuenta que una asociación requiere un mínimo de 150 socios para que sea autosuficiente, y que atender la demanda anual de 150 socios nunca superaría los 30 kg de flor. La licencia del cultivo de la asociación tendría un precio por el tamaño de la parcela o por el número de plantas que se establezca de acuerdo a la demanda de los socios.
4. Cañamerías
Son los locales donde se vende cannabis y productos derivados, las tiendas de un mercado regulado que funciona con un sistema de licencias específicas y excluyentes para productores, manipuladores y tenderos:
A) Productores: necesitarán una licencia comercial de cultivo cuyo precio estará determinado según el tamaño de la producción. Se trata de una producción controlada, y a la licencia podría acceder cualquier agricultor autónomo. Como condición se ha de cultivar en terrenos discretos y protegidos. Se supone que el número de licencias distribuidas será equilibrado, ya que la producción se ajustará a la demanda de las cañamerías y de las industrias de la manipulación, únicas empresas con licencia en la fabricación de extractos para la venta a la industria de cosméticos o de alimentos. Habrá licencias específicas para la exportación. La idea es evitar el monopolio de la producción en grandes compañías y apoyar un cultivo de proximidad.
B) Manipuladores: comprarán la hierba a productores con licencia, tendrán licencia y pagarán impuestos según las ventas o los productos fabricados. Serán los únicos con licencia para la fabricación de extractos que se usarían en la industria de cosméticos o en alimentación.
C) Tiendas de venta o Cañamerías: se haría un estudio de mercado y se ajustaría la venta de licencias a las demandas, con un máximo de una cañamería por barrio. Estarán obligadas a comprar la marihuana a los productores con licencia comercial. La licencia para abrir una tienda será incompatible con la de cultivo y la de manipulación. Esta medida, que busca una integración en horizontal del mercado, posibilitará un mayor control en las transacciones y evitará la aparición de monopolios. La hierba se venderá a los clientes mayores de edad y en sus plenas capacidades psíquicas y las “dosis” llevarán su impuesto correspondiente. Las cañamerías tienen la obligación de efectuar análisis de todas las hierbas recibidas, para saber los niveles de cannabinoides y garantizar la calidad del producto. Estos análisis servirán a su vez para descartar licencias a malos cultivadores cuya hierba esté, por ejemplo, contaminada de pesticidas, herbicidas, metales pesados u hongos. Las cañamerías pueden escoger entre toda la oferta de los productores, lo que permitirá, junto con la información de los análisis, reunir indicadores objetivos para ampliar o retirar licencias a algunos productores.
En este mercado regulado la marihuana no podrá ser vendida por debajo de un precio mínimo. El precio de venta al público incluirá unos impuestos especiales, que no deben superar en exceso el precio del mercado negro si queremos que este desaparezca; como es comprensible, el cliente aceptará pagar más por un producto legal, con garantías sanitarias e información analítica veraz, pero no mucho más.
Y esto es, señor Sánchez, la propuesta que cuenta con mayor respaldo dentro de la comunidad cannábica, las líneas maestras para una regulación justa y eficaz. Un resumen para que usted y su Gobierno, ¡el más progresista de la era democrática!, tomen de una vez la decisión de regular el cannabis.