Un año más se ha podido comprobar la demanda social que existe de nuestra planta. Miles de personas acudieron este pasado marzo a una feria en constante crecimiento como es Spannabis.
En casi toda Europa ya existen leyes sobre el cannabis medicinal y, además, se reconoce al CBD como una sustancia no psicotrópica, lo que hace viable una salida comercial a este cannabinoide, en forma de extracto, cremas y aceites, así como en flor. La Comisión Europea considera que el CBD podría entenderse como un nuevo alimento si cumple los requisitos que establece la legislación de la UE, por lo que la autoridad europea de seguridad alimentaria está ya recopilando los datos que le faltan para definirse sobre este asunto.
Las autoridades españolas, en cambio, se están retrasando en reconocer la nueva realidad. Aún seguimos esperando, casi un año ha pasado ya, que se cumpla el mandato del Parlamento a la AEMPS para implementar la ley del cannabis medicinal. Parece que un sector del PSOE no tiene ninguna prisa por hacerlo en esta legislatura. El mismo desinterés afecta al CBD, que solo se permite como uso tópico en forma de cremas, considerándose, por parte de las autoridades españolas, que la flor es droga, aunque no lo sea. Hasta ahora, los análisis oficiales provienen del Instituto Nacional de Toxicología y se menosprecian los análisis que presentan los interesados. Y con la excusa de que en los análisis hay presencia de THC, aun inferior al 0,2%, la policía se permite arrasar con las producciones y la venta de la flor. A pesar de todo, la apertura de tiendas dedicadas a la venta de CBD en todas sus formas sigue creciendo. Las continuas intervenciones no asustan a los empresarios conocedores de la resolución de Tribunal Europeo.
Si las leyes del cannabis medicinal no avanzan, menos lo hace las leyes del cannabis llamado recreativo. La segunda proposición de ley presentada en el Parlamento tampoco fue admitida a trámite, el PSOE sigue oponiéndose a ello, pero esto tampoco amedrenta al que se autoabastece ni tampoco a la apertura de nuevos clubs cannábicos. Eso sí, las diferencias son abismales según donde se encuentren. Un ejemplo claro de esta arbitrariedad lo podemos encontrar en la provincia de Málaga, donde el criterio de la policía a la hora de intervenir cambia en función de si el club está en la capital o en la Costa del Sol.
Los clubs no cejan en su esfuerzo de ser reconocidos. La CatFAC ha conseguido ver reconocida por el Parlament su modelo de actuación regido por el principio de salud pública y clave en la prevención y reducción de riesgos para los futuros planes estratégicos en el ámbito de las adicciones. El Parlamento de Cataluña reconoce así los CSC como espacios necesarios para garantizar a sus miembros el pleno ejercicio de sus derechos fundamentales, espacios sociales donde se puede consumir cannabis de una manera segura y controlada. Una resolución aprobada a pesar que en la ciudad de Barcelona algún club ha sido amenazado de cierre por el consumo que se hacía dentro del local.
Con contradicciones normativas, retrasos legislativos y desatención de los políticos, la realidad es que el uso del cannabis cada vez está más normalizado en nuestro país.