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Sistematizadores y empáticos

Últimamente, los diagnósticos de autismo van en aumento. ¿Se debe a un mayor ojo clínico o a factores evolutivos que apuntan a una nueva realidad de la mente humana?

Últimamente, los diagnósticos de autismo van en aumento. ¿Se debe a un mayor ojo clínico o a factores evolutivos que apuntan a una nueva realidad de la mente humana? Al parecer, tiene que ver con lo que algunos han denominado el mecanismo de sistematización, que está muy agudizado en la mente de los autistas y que al parecer es, en parte, genético, por lo que probablemente se ha visto conformado por la selección natural.

En el autismo existen grados, algunos tipos son incapacitantes y otros peculiares, pero que permiten en ocasiones vivir con bastante normalidad y medrar en cierta clase de profesiones. Los humanos, por ejemplo, han utilizado este mecanismo anteriormente, aun antes de que se inventara la ciencia: algo que podemos comprobar en el antiguo estudio de los cielos y sus planetas, una sistematización que tiene miles de años.

Toda invención proviene de este mecanismo de sistematización, del que carecen los animales, lo que les impide la fluidez y la versatilidad que tenemos los humanos. Podemos hablar de dos circuitos que producen dos tipos de mente distintos, por un lado, este mecanismo sistematizador y, por otro, el circuito de la empatía. Estaríamos hablando, haciendo una caricatura, de ciencias y letras. Cerebro izquierdo, cerebro derecho. Estos dos mecanismos parecen haber surgido en la revolución cognitiva que se produjo hace unos cien mil años. Esto ha llevado a una mayor diversidad en la población, algo que debemos preservar. Existen diversos grados entre los sistematizadores y los empáticos. Hay quienes van a los extremos y aquellos que equilibran, en cierta medida, ambos circuitos.

La mayoría de los inventores muestran este mecanismo de sistematización y muchos han sido diagnosticados como autistas. Esto casa con la idea de que la mente del autista y la mente extremadamente sistematizadora tienen algo en común. Los estudiantes de matemáticas suelen tener más diagnósticos de autismo que los de humanidades. Las mentes de los sistematizadores y las de los autistas tienen, insistamos, mucho en común.

Poseemos evidencias de que un factor biológico, la testosterona prenatal y los estrógenos, influencian en gran medida en el hecho de ser empático o no. Algunos de los genes de los hipersistematizadores y algunos de los que producen autismo son los mismos. Existen autistas capaces de auténticas proezas matemáticas, pero no saben mantener una conversación o entender el sentido del humor.

El genio consiste en ver la misma información que los demás y darnos cuenta de un patrón que otros han pasado por alto o ver un nuevo patrón que constituye un invento. No todos los autistas son genios. Como hemos dicho, el autismo abarca un gran espectro; pero lo que sí sabemos es que muchos autistas tienen talento para detectar nuevos patrones y, por lo tanto, el potencial de ser inventores.

Los productos de la ingeniería moderna tienen éxito debido a que funcionan, y los ingenieros sistematizadores que los crean pasan a ser anónimos e invisibles.

Hay quien considera que la desaparición de los neandertales se debió a que el Homo sapiens descubrió el mecanismo sistematizador, que le permitía crear herramientas, y el circuito de la empatía, que permitía relaciones sociales complejas, lo que dejó atrás a nuestros congéneres.

No olvidemos que los genes de padres extremadamente sistematizadores parecen contribuir al posible autismo de su descendencia. De las trescientas treinta familias más adineradas de Estados Unidos, veintisiete tienen hijos autistas (un ocho por ciento). Teniendo en cuenta que el autismo se da en el uno o dos por ciento de la población, supone un gran aumento en la tasa de autismo en familias con éxito en los negocios, que por definición son muy sistematizadores. Idénticos resultados ha dado un estudio llevado a cabo en Silicon Valley.

Veremos lo que nos depara el futuro. ¿Un mundo sin emociones pero lleno de inventos?

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #282

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