El movimiento cannábico tomó las calles de Madrid el pasado 7 de mayo celebrando el 25 aniversario de la Marcha Mundial de la Marihuana en España. Después de tres años desde la última manifestación, a causa de la pandemia de Covid-19, los activistas tomaron de nuevo las calles de la capital para exigir el cese de la persecución a los usuarios y una ley del cannabis justa y eficaz que regule todos los usos de la planta.
Convocada por Marihuana en Marcha, Amec, ConFac, Cannabmed, Encod, GIC, OECCC y REMA, la cita arrancó a las 18 horas en la Puerta del Sol, donde 30.000 activistas y simpatizantes dieron vida a una marcha festiva y reivindicativa, llenando el espacio de humo blanco y alzando sus voces a favor de una regulación urgente.
Las consignas coreadas con ímpetu fueron variadas, desde la breve y necesaria “No más multas” a la emblemática “Basta ya de hipocresía, libertad para María”, pasando por alguna dirigida con humor al presidente del Gobierno: “Pedrito líate un porrito”
Genjen, un veterano consumidor, de largas rastas y brazos tatuados con las palabras “Índica” y “Sativa”, se mostró muy emocionado de volver a manifestarse en la capital: “Vengo desde la Rioja, y llevaba desde el año 2000 sin participar en la marcha de Madrid. Aquí estamos todos luchando por una misma causa”. Aunque Genjen ve pequeños avances en el camino de la legalización, considera que la clave está en el cambio de mentalidad de la sociedad. “Sobre todo de quienes están manejando el bolardo, porque la regulación que se ve en el horizonte es bastante precaria, bastante deficiente”, dijo el riojano, añadiendo con optimismo que esperaba equivocarse.
Las consignas coreadas con ímpetu fueron variadas, desde la breve y necesaria “No más multas” a la emblemática “Basta ya de hipocresía, libertad para María”, pasando por alguna dirigida con humor al presidente del Gobierno: “Pedrito líate un porrito”.
Junto a los activistas veteranos, la marcha congregó a numerosos jóvenes provenientes de diferentes lugares de la comunidad de Madrid, quienes celebraban con alegría el derecho a fumar y compartir sus porros en la vía pública, sin dejar de protestar contra la represión que sufren, denunciando ser un blanco de las multas y detenciones por parte de la policía: “La reivindicación es que llegue a mi casa y no tenga una multa de 600 euros por fumarme una planta”, aseguraba David, de 19 años, mientras se liaba un porro de 50 centímetros.
Adrián, también de 19 años, añadió que son muy perseguidos solo por el hecho de ser jóvenes. “A mí el otro día me metieron al cuartel, por la cara, para ver si tenía porros. Yo estoy andando por la calle, voy a ver a mi abuela y hacerle un recado, y me detienen. Y encima luego te quitan mucho dinero. Entiendo que no se pueda fumar en la calle, pero al menos que se pueda llevar la marihuana; que no te paren en la calle y te registren hasta los huevos, y encima te la quiten”, denunció el chico.
“De Madrid al cielo, con mi petardo vuelo”, era la pancarta que portaba Nasma de 20 años, cuyo atuendo hacía alusión al verdor de la planta de marihuana. Nasma también se quejó de la persecución que sufren. “Después de dos años de pandemia, estamos muy orgullosos y contentos de poder estar aquí luchando. Porque están haciendo las cosas muy mal. Multan sin ningún motivo y la policía registra a menores de edad sin el consentimiento de los padres. No pueden valoran que el cannabis sirve como medicina, nada de eso valoran”, aseguró.
¡No se olviden del autocultivo!
“Hemos vivido una evolución muy positiva. Hace 25 años, nuestro discurso era solo de cuatro frikis y ahora no. El discurso ya ha calado en la clase política y el sentimiento general de la sociedad es que la prohibición no funciona, que hay que probar un nuevo modelo que seguramente nos traerá beneficios a todos. Creo que estamos más cerca de conseguirlo”, dijo Fernando Aranaz, Lucky, presidente de la AMEC
Al llegar a la Gran Vía apareció el autobús descubierto desde el que cantantes como Fyahbwoy, Denom, Costa, Ácido 4:20, Machete en Boca, Sista Cheka y Da silva, y pinchadiscos como Fastah Selectah, Chris Rose, Billy, Pot of Gold, Crisdelarue y David Guacamayo hicieron vibrar, bailar y cantar a los presentes.
Desde ese escenario rodante también intervinieron los representantes de las organizaciones convocantes. En Plaza de España, última parada de la Marcha, Patty Amiguet, portavoz de la Red Española de Mujeres Antiprohibicionista (REMA), y Noemí Sánchez, presidenta del Observatorio Europeo de Consumo y Cultivo de Cannabis (OECCC), leyeron el manifiesto consensuado por los convocantes de la Marcha 2022, en el que se exigió a las autoridades una ley del cannabis justa y eficaz, así como el cese de la represión policial y la persecución judicial que afecta no solo a los usuarios de la planta, sino a toda la sociedad “que de una forma u otra acaba asumiendo los elevados costes que se derivan de la guerra contra las drogas”.
La exigencia de una política reguladora, a decir del manifiesto que leyeron, se concretaría en una ley “que vele por los derechos de las personas”, y permita “crear una economía saludable y sostenible que dé oportunidades a los pequeños y medianos empresarios y que, ante todo, garantice nuestro derecho al autocultivo individual y colectivo, tanto para uso adulto como para uso terapéutico y médico”.
En el mismo sentido, hubo palabras para la subcomisión de cannabis medicinal, pidiendo que la regulación terapéutica garantice el derecho al autocultivo. Un poco antes, en su intervención, el abogado Héctor Brotons también había recalcado la importancia del autocultivo: “Tenemos que hacer un poco de ruido, queremos que sea una regulación no para las farmacéuticas, ni para las multinacionales, sino para las personas. Por eso pedimos el autocultivo. Porque el cultivo y el consumo son legales, porque los derechos fundamentales y la Constitución Española nos avalan, pero hay que dejarlo claro en una ley para que nos dejen de perseguir, sobre todo a la gente que está enferma”.
Y Javier Miravete, Presidente de la asociación Terapéuticas Hierbas Castelló, también alzó su voz ante la multitud para exigir a las autoridades que legislen con valentía, a favor de una ley que priorice la salud y el bienestar: “Ahora paradójicamente le tenemos miedo a la regulación. Miedo a perder nuestros derechos y nuestra autonomía, miedo a un reglamento restrictivo que deje a pacientes sin su tratamiento. Miedo a perder el autocultivo, miedo a los cannabinoides sintéticos y a sus efectos secundarios, miedo a que continúen las sanciones, los juicios y las condenas”.
Testimonio vivo de la lucha por el cannabis terapéutico es Juan Manuel Rodríguez, tetrapléjico que viajo desde Galicia para reivindicar el consumo de la marihuana en pacientes neuropáticos. Tiene dolorosos motivos para continuar esta batalla y asegura que “fumar porros es lo único que me alivia el dolor. Gracias a ello he dejado de tomar muchos fármacos”.
Recientemente la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS) le denegó a Juan Manuel la licencia que solicitó para cultivar cannabis medicinal para su propio uso. Pero rendirse no es una opción para él: “He querido acercarme aquí a Madrid para dar un pequeño impulso a la ley del cannabis medicinal. Aunque todavía queda mucho por delante, porque según la comisión pretenden darnos mas pastillas, pretenden darnos jarabes y aceites. Y lo que queremos son plantas, queremos semillas, y queremos otra forma de recibir la marihuana que simplemente aceites”.
“No más multas, ni personas presas por cultivar”
“La reivindicación es que llegue a mi casa y no tenga una multa de 600 euros por fumarme una planta”, aseguraba David, de 19 años, mientras se liaba un porro de 50 centímetros
Las multas también fueron objeto de protesta en el manifiesto final: “Exigimos que se supriman todas las infracciones relativas al cannabis de la actual Ley de Seguridad Ciudadana, y que se deje de sancionar a las personas usuarias simplemente por el hecho de ejercer nuestra libertad de conciencia”. Sin olvidar las injusticias de las multas por conducción: “Exigimos que se revise la Ley de tráfico, y que se cree una tabla de tasas de presencia de cannabis en el organismo al igual que existe con el alcohol. Sancionar por la mera presencia de la sustancia en sangre se llama criminalización de la planta”.
Además de las asociaciones cannábicas, representantes de la sociedad civil también elevaron su voz frente a los miles de manifestantes para exigir el cese de la criminalización y la persecución contra el sector. Entre ellos Albert Tió, activista catalán condenado a cinco años de prisión por una intervención de marihuana en su asociación de consumidores en Barcelona, dedicó unas palabras a los presos cannábicos: “En esta guerra hay muchas víctimas que sufrimos las consecuencias de una injusta e irracional prohibición, que lanza sobre la población más represión, estigmatización y cuyos derechos se ven anulado”. Denunció que la persecución ha alcanzado a los bancos de semillas y al sector de grow shops. “Que la represión se vuelva contra ellos, y consigamos nuestro objetivo común y global, la legalización integral de todos los usos del cannabis. No más multas ni personas presas por cultivar, hay una esperanza y esta siempre es verde”, finalizó el activista.
Esa esperanza verde es la que anima a José Afuera, presidente del club cannábico de la MACA, quien junto a otros compañeros de su asociación se acaba de librar de ir a prisión por autocultivo de marihuana. El Tribunal Supremo les redujo la pena de seis años de cárcel a seis meses. “Estamos contentos porque no vamos al talego, pero no estamos contentos porque debería haber sido un error invencible, porque los clubes sociales de cannabis no somos una tienda donde se vende hierba, nosotros somos una asociación donde las personas se han organizado para cultivar su cannabis y no tener que recurrir al mercado negro que ellos controlan. Lo que queremos es cultivar nuestra hierba y saber lo que consumimos”.
25 años de lucha en las calles
Juan Manuel Rodríguez, tetrapléjico que viajo desde Galicia, tiene dolorosos motivos para continuar esta batalla y asegura que “fumar porros es lo único que me alivia el dolor. Gracias a ello he dejado de tomar muchos fármacos”
En 1997 se celebró la primera marcha de la marihuana y fue la Asociación Madrileña de Estudios sobre el Cannabis (AMEC) la que convocó aquella concentración. Su presidente, Fernando Aranaz, Lucky, se muestra contento con los resultados un cuarto de siglo después: “Hemos vivido una evolución muy positiva. Hace 25 años, nuestro discurso era solo de cuatro frikis, por decirlo de alguna manera. Y ahora no, el discurso ya ha calado en la clase política, de hecho, excepto tres partidos del parlamento, todos los demás están a favor de modificar. Es verdad que los tres suman mayoría. Pero el sentimiento general de la sociedad es que la prohibición no funciona y que hay que probar un nuevo modelo que seguramente nos traerá beneficios a todos. Creo que estamos más cerca de conseguirlo”.
Yes López, quien llego desde Alcalá de Henares disfrazado de Porroman estaba de acuerdo: “Yo cuando tenía 18 años nunca me imaginé que con treinta podía tener una asociación cannábica. Estamos consiguiendo algo poco a poco. Antes no podíamos tener habilitados ciertos locales para fumadores como hoy en día. Y ahora lo que queremos es una buena regulación y que nos dejen seguir adelante”.
Al balance positivo también se sumó Guillermo Melgarejo, Willy, quien viajó desde Gran Canaria para reencontrarse con sus compañeros de lucha cannábica: “La Marcha ha sido todo un éxito, muy reivindicativa, muy fiestera. A ver si nos hacen caso ya de una vez. Cada vez somos más, cada vez está más normalizado y hay mucho menos estigma. Hay un gran avance. Lo que no hay es voluntad política para una regulación integral. Así que para eso hemos venido aquí”, manifestó con entusiasmo el activista.
Por su parte, el abogado Brotons señaló que ha sido un largo camino de fluctuaciones. “Ha habido avances en unas cosas y retrocesos en otras”, dijo, lamentando que los avances estén siendo entorpecidos a causa de una regulación ineficaz: “Ahora estamos sufriendo un pico de represión mayor a clubes sociales de cannabis, incluso a algunos que están reconocidos a nivel internacional. Respecto al autocultivo, aunque es legal, al no estar bien regulado, hay resoluciones distintas. Hay gente condenada con veinte gramos y gente absuelta con veinte kilogramos. Por lo tanto, pedimos una ley clara. Y creo que el contexto global que hay en este momento es positivo, y eso permite que haya mayor unión y participación del sector. Porque es necesario mostrar unión para que los gobiernos te hagan caso”.
Después de varias horas de humo blanco flotando en el ambiente, los policías que resguardaban la Marcha Mundial de la Marihuana sonreían más de lo habitual. Un par de agentes, consultados por Cáñamo sobre qué opinión les merecía esta manifestación, se limitaron a decir que “estaban trabajando”.