Estamos ante una oportunidad histórica para los pacientes en España: el pasado 14 de mayo la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados aprobó la creación de una subcomisión para evaluar las regulaciones del cannabis medicinal cometidas en otros países y elaborar un informe que sirva al Gobierno español para redactar una ley que dé alivio a miles de pacientes y saque de la ilegalidad sus tratamientos para la salud.
Este es el primero de tres artículos sobre los posibles escenarios en que puede desembocar el trabajo de la subcomisión sobre cannabis medicinal. El artículo empieza con el peor de los escenarios posibles y en sucesivos artículos abordaré los mejores resultados en los que podría conducir el trabajo en la subcomisión, siempre desde el punto de vista de los pacientes y el acceso al cannabis medicinal.
El peor de los escenarios posibles es que la subcomisión no realice su labor. Esto pasa muchas veces, existen numerosas comisiones o subcomisiones que se crean pero nunca se reúnen o no cumplen con el objetivo para el que fueron creadas. En este caso, aunque podría pasar, es poco probable porque porque hay varios partidos políticos que apoyan una regulación desde hace tiempo y una parte significativa de la sociedad civil está pendiente de lo que vaya a pasar y dispuesta a pedir explicaciones si la cosa fracasa.
Otro posible resultado desastroso sería que la comisión concluya que no hay evidencia científica suficiente para apoyar el cannabis medicinal. Si así sucede querrá decir que una mayoría de diputados y diputadas están ciegos, o bien que las personas expertas invitadas a comparecer no manejan toda la información disponible ni la literatura científica consultada está actualizada. Es poco probable que suceda pero recordemos que hasta hace dos meses esa era la respuesta oficial de la ministra de Sanidad y el PSOE a nivel estatal.
Es importante que el trabajo de la subcomisión atienda a las experiencias directas de pacientes y asociaciones de pacientes, que pueden proporcionar evidencia basada en los resultados prácticos de miles de personas que ya utilizan el cannabis medicinal con resultados positivos. Para muchas dolencias y enfermedades el cannabis puede servir como agente terapéutico, pero en muchos casos no hay un nivel alto de evidencia científica porque no se ha invertido el dinero ni el tiempo en realizar grandes y costosos estudios que den aval científico. Mientras tanto, la “evidencia del mundo real” debe ser utilizada a favor de los pacientes, como está haciendo el prestigioso neuropsicofarmacólogo David Nutt en Reino Unido con el proyecto Twenty21.
La tercera y última opción para que la creación de la subcomisión no conduzca a nada es que esta complete su labor, concluya que otros países están mejorando la calidad de vida de sus pacientes gracias al cannabis medicinal, que hay evidencia suficiente para hacerlo en España y entregue el informe con la recomendación de regular al Gobierno, pero luego el Gobierno lo guarde en un cajón y no se elabore ninguna propuesta de ley. Cualquier excusa sirve en la política institucional para no cumplir con sus cometidos, aunque de nuevo deberán enfrentar el descontento y las exigencias de los pacientes que reclaman su derecho a la salud.