La Agencia de Salud de Canadá ha anunciado que someterá a escrutinio los ensayos clínicos con MDMA para el tratamiento del trastorno de estrés postraumático tras las acusaciones de abuso terapéutico y sexual que fueron publicadas hace unos meses. Parte de los ensayos clínicos, realizados por la Asociación Multidisciplinar de Estudios Psicodélicos (MAPS), se llevaron a cabo en Canadá. El estudio está ya en la fase 3 de los ensayos, lo que supone que cuando se complete esta serie de casos se podrá obtener la aprobación de uso médico por parte de la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA), siempre que la investigación no paralice el proceso.
Según ha publicado The Guardian, el comunicado de la Agencia de Salud canadiense ha justificado la revisión por la “supuesta mala conducta de un investigador” que participó en el estudio. El investigador en cuestión es Richard Yensen, y la mala conducta se refiere a su forma de proceder durante la terapia con MDMA con una participante que había sido víctima de abusos sexuales en la adolescencia.
Durante la sesión, el terapeuta realizó varios tocamientos que podrían ser considerados una extralimitación de su función. La denuncia del caso fue publicada en marzo por el podcast Power Trip junto con los casos de otros tres participantes del estudio que tras las sesiones de terapia sufrieron un empeoramiento de sus síntomas, pero cuyos casos no quedaron recogidos en los resultados del estudio. El podcast Power Trip y el medio New York Magazine, publicaron el vídeo de la sesión en la que se produjeron los tocamientos, y explicando la historia completa.
En este se recoge que la paciente no fue informada de cómo se desarrollaría la terapia y se cuestiona el modo en que los terapeutas la abordan físicamente mientras está bajo el efecto de la MDMA, en un estado de especial vulnerabilidad. El transcurso de la terapia y su resultado fueron muy confusos para la paciente, quien sintió que algo había salido mal y que se habían cruzado algunos límites. Motivada por resolver su confusión, tras los ensayos la paciente visitó a la pareja de terapeutas en una pequeña isla donde vivían para solicitarles continuar con la terapia y se quedó un tiempo con ellos. Durante ese tiempo ocurrió lo que el hombre llamó una “relación íntima y sexual” consensuada entre él y la paciente, pero que para ella no fue consensuada, sino de abuso, y lo denunció a la policía por abuso terapéutico y sexual.