Cada vez hay más usuarios de cannabis en las carreteras que, aunque no estén bajo los efectos del THC, darán positivo en los drogotest. Se debe poder demostrar que el THC es un impedimento serio para conducir como para que se sancione su uso y, por el momento, no se puede demostrar.
Debido a la demonización a la que ha sido sometida la planta y a las muchas dificultades que la prohibición pone a la investigación, los efectos en el cerebro de los principios activos del cannabis son aún poco conocidos. A pesar de ello, las evidencias científicas indican que puede ser beneficioso para el dolor crónico, el estrés postraumático, la anorexia y la bulimia, la ansiedad, el glaucoma, los síntomas de la esclerosis múltiple y el insomnio. También se observa mejoría frente a algunos trastornos del cerebro como la epilepsia, la esquizofrenia, el párkinson, el alzhéimer, la enfermedad de Huntington o el síndrome de Tourette.
El cannabis se está prescribiendo actualmente en muchos países ya que los médicos han perdido el miedo a que se utilice, lo que ha hecho aumentar exponencialmente el consumo para fines médicos. Y España no se queda atrás, a pesar de las afirmaciones de la ministra de Salud. Cada vez hay más pacientes que, con el aval de su médico, buscan tanto en el vegetal como en los aceites ricos en CBD remedio para sus dolores. El problema ahora está en cómo acceder a él en condiciones fiables. Y una cuestión que no es menor: cada vez hay más usuarios de cannabis en las carreteras que, aunque no estén bajo los efectos del THC, darán positivo en los drogotest.
Urge la necesidad de establecer límites en los niveles de sustancias cannábicas detectadas en el organismo a la hora de conducir, como ya pasa con el alcohol. El PP cambió el sentido de la ley con el fin de provocar un castigo a los usuarios lúdicos, por el mero hecho de serlos. El pasar de la “conducción bajo los efectos” a “conducir con la presencia” supone una multitud de falsos positivos.
No existen baremos establecidos con los que un adulto puede conducir un vehículo. Sin embargo, desde que es legal en una decena de estados norteamericanos hay más facilidades para estudiar las consecuencias de la conducción bajo la presencia de cannabinoides.
En Míchigan, una comisión de expertos ha recomendado que no se impongan límites a la cantidad de THC para que uno pueda conducir. Tras dos años de investigación han señalado que “un nivel elevado de THC detectado por algún tipo de dispositivo no significa que el conductor esté ‘incapacitado’ para conducir o incluso que esté ‘colocado’. Se debe poder demostrar que el THC es un impedimento serio para conducir como para que se sancione su uso y, por el momento, no se puede demostrar”. El informe asegura que “la correlación entre THC en sangre y la incapacidad para conducir es muy baja”.
Como nota adicional, los test realizados con simuladores de conducción certifican lo que venimos diciendo desde que existe el drogotest: “las personas bajo la influencia del cannabis trataban de compensar los efectos subjetivos de la droga conduciendo más despacio y de manera más precavida”.
A pesar de las innumerables quejas de personas denunciadas poniendo en duda la fiabilidad del drogotest –puede dar positivo pasadas doce horas, o, en algunos casos, incluso pasados varios días–, el Tribunal Constitucional considera que es una medida que se ajusta al dictamen de la Carta Magna. Habrá entonces que cambiar las leyes para que cese este atropello.