Un informe reciente elaborado por la organización Alcohol Change UK, basado en una encuesta a más de 2.000 personas trabajadoras del Reino Unido, reveló que casi el 40 % declara beber más alcohol para lidiar con la ansiedad relacionada con el trabajo, un 38 % lo hace por estrés y un 36 % para afrontar presiones como plazos de entrega. El 30 % señala que el temor a perder su empleo también ha incrementado su consumo.
A pesar de este aumento, apenas el 21 % considera que su consumo de alcohol durante la noche o los fines de semana esté afectando negativamente su desempeño laboral. Esta disociación entre el malestar psíquico vinculado al trabajo y la percepción de las consecuencias del consumo ha sido interpretada por especialistas como un indicio de normalización cultural del alcohol como estrategia de afrontamiento.
Desde Alcohol Change UK señalan que estos patrones de consumo asociados al trabajo pueden agravar condiciones como el insomnio, la hipertensión o la depresión, generando un círculo de autogestión emocional poco saludable. Jane Gardiner, responsable de formación y consultoría de la entidad, afirmó que "aunque el alcohol puede ofrecer alivio inmediato, a largo plazo tiende a intensificar el estrés y la ansiedad, atrapando a muchas personas en un ciclo del que es difícil salir".
El informe también destaca que el 80 % de las personas consultadas cree que las empresas deberían asumir alguna forma de responsabilidad para abordar el consumo de alcohol entre sus colaboradores. Esta demanda refleja un cambio de actitud similar al que ha ocurrido en los últimos años respecto a la salud mental en el trabajo, donde se ha logrado romper parte del estigma y abrir espacios de conversación y apoyo.
Frente a esta situación, diversas organizaciones han expresado su preocupación por la falta de medidas concretas en el nuevo plan sanitario a diez años presentado por el gobierno británico. A pesar de reconocer el daño asociado al consumo de alcohol, el documento omite propuestas de regulación como la fijación de precios mínimos por unidad o mayores restricciones a la publicidad, lo que ha sido interpretado por la Alianza para la Salud del Alcohol como una concesión a los intereses de la industria.