Por primera vez en el estado brasileño de Paraíba, el Tribunal de Justicia autorizó a una asociación civil de cannabis a distribuir los derivados de la planta entre sus miembros. Desde ahora, la organización Acaflor tiene el derecho a cultivar, transportar y distribuir tanto aceites medicinales como flores a 57 personas agrupadas.
Acaflor fue fundada en 2022 por un grupo de activistas para asistir a las personas que necesitaban usar derivados del cannabis y tratar diferentes enfermedades, pero que no podían acceder a los productos. Ahora, el fallo del Tribunal de Justicia de Paraiba se sumó a otras 200 autorizaciones judiciales en todo Brasil que les permiten a las asociaciones civiles cultivar y distribuir cannabis para fines medicinales.
“Es un logro colectivo para Acaflor y nuestros asociados, pero también un logro para todo el movimiento cannábico y asociativo. Nuestro trabajo se ha desarrollado hasta entonces siguiendo buenas prácticas, todos los protocolos de seguridad, pero todo el tiempo con el riesgo de ser detenidos e interrumpir el tratamiento de nuestros pacientes”, dijo Cauê Pinheiro, presidente de la asociación Acaflor. “Con este habeas corpus ahora tenemos más seguridad para seguir realizando nuestro trabajo”, aseguró.
Hasta el momento, Brasil no tiene una regulación del cannabis ni siquiera para los usos medicinales y la posesión de flores puede implicar una pena de 15 años de prisión. Sin embargo, los médicos pueden recetar medicamentos de cannabis con más del 0,2% de THC si se tiene constancia que ya se han intentado otras terapias para tratar determinada enfermedad y no hubo éxito. También se han habilitado la importación de decenas de productos, como aceites o cremas. Pero la producción nacional está llevada adelante por las asociaciones civiles. Desde hace unos años, las organizaciones cannábicas han presentado recursos ante diferentes tribunales de justicia repartidos por el país para que se les permita hacerse cargo de la producción de los derivados de la planta y distribuirlo en una red de socios.
La asociación civil Acaflor no solo es la primera del estado de Paraiba en que la Justicia le permite llevar adelante un cultivo comunitario de cannabis. Es la única en el nordeste de Brasil en lograrlo. Aunque la producción será controlada por la dirección municipal de vigilancia sanitaria, en la organización celebran que no sea una tarea encarada desde Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (ANVISA) porque suele reclamar requisitos de grado farmacéutico para su aprobación. “La gestión municipal de vigilancia sanitaria puede pensar en parámetros mínimos generales, pero también observando la realidad del lugar”, cerró Pinheiro.