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‘A la Orilla del Rio’ llega a las comunidades

Rigoberto Abello, historiador y secretario técnico de la Coccam-Caquetá, y Estefanía Ciro, la Caqueteña condecorada por la UNESCO por su informe sobre el papel social de la coca en su departamento, han emprendido una cruzada por llevar los resultados de su investigación a las comunidades, antes que a los estrados de lucha de poder, esos escritorios de técnicos y políticos donde se disuelven y olvidan las conclusiones y propuestas de los trabajos de campo que pocas veces los involucrados conocen. 

Rigoberto Abello, historiador y secretario técnico de la Coccam-Caquetá, y Estefanía Ciro, la Caqueteña condecorada por la UNESCO por su informe sobre el papel social de la coca en su departamento, han emprendido una cruzada por llevar los resultados de su investigación a las comunidades, antes que a los estrados de lucha de poder, esos escritorios de técnicos y políticos donde se disuelven y olvidan las conclusiones y propuestas de los trabajos de campo que pocas veces los involucrados conocen. 

“A la Orilla del Rio” se titula el informe premiado que su autora está dando a conocer, en un gesto de ética investigativa y responsabilidad con las comunidades. “El problema es el dinero para poder imprimir el informe en un lenguaje accesible a los campesinos, pues un Power Point lo puede leer cualquiera en una ciudad”, dice Estefanía, y agrega, que es muy importante que estos resultados lleguen a las comunidades “porque las comunidades no saben muchos números de su entorno, como por ejemplo, de cuánta gente estamos hablando, de cuántas hectáreas y si eso es mucho o poquito”. 

La poca información que las mujeres y los hombres campesinos ya conocen y manejan, les ha servido para dar debates sobre su realidad, para entender la situación y poder validar con la realidad que a diario viven. Este informe deja claro que en el Caquetá 1.000.000 de hectáreas está destinado para la ganadería, 400.000 hectáreas son rastrojo y monte, 60.000 hectáreas se usan con fines de agricultura y tan solo 11.000 hectáreas son sembradas de coca. Este informe sirve, por ejemplo, para entender que es más fácil resolverles la vida a estos campesinos, que seguir agudizando un estigma por una actividad económica que ocupa una porción de tierra mínima. 

Esperamos que Rigoberto y Estefanía, sus colegas y las organizaciones que emprendieron esta tarea como COCCAM, COORDOSAC y FARC puedan lograr su objetivo de llevar este conocimiento a las comunidades y que muchos investigadores más empiecen a incorporar esta práctica como un obligado paso en su labor profesional
 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #7

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