El acontecimiento que dio alas a estas iniciativas comenzó en Denver (Colorado). Durante este pasado mayo de 2020, en medio de la pandemia, la ciudad de Denver se convirtió en la primera de los EE.UU en la que se descriminalizó la psilocibina, es decir, el componente químico que hace “mágicos” a los “hongos mágicos”. Es cierto que no convierte a la sustancia en legal, pero es un paso de gigante para un país tan timorato para algunas cuestiones como son los EE.UU.
¿Se quedó ahí la cosa? En absoluto: Tanto OakLand como Santa Cruz fueron un paso más allá de Denver y lograron no solo la psilocibina sino que llegaron subieron la apuesta con otros psicodélicos, como la ayahuasca o el peyote. En Oakland incluso se está planteando una ley que permita una venta restringida de estos productos.
Oregón quiere meter entre las preguntas de las papeleta electoral de noviembre una legalización de la psilocibina. Si se aprueba, se conseguirá que este compuesto químico sirva para tratamientos médicos específicos. Del mismo modo, los activistas de Washington DC quieren descriminalizar por votación bastantes psicodélicos como la dimetiltriptamina, la mescalina o la psilocibina.
Incluso tienen algunos empresarios de su lado: David Bronner, CEO de la compañía de jabones Dr. Bronner's, ha dedicado al menos 1 millón de dólares dinero de su compañía a los esfuerzos de despenalización y legalización.
¿Cuánto de lejos van a llegar estas iniciativas? Por el momento solo podemos especular sobre que lo van a tener muy difícil. Es probable que poco a poco ciudades específicas y aisladas lleguen a legalizar y descriminalizar los psicodélicos (o una de las dos cosas). Sin embargo, si el camino de la regulación total del cannabis ha sido duro y aún se sigue recorriendo el del los psicodélicos va a ser más duro. El cannabis cuenta con un apoyo popular que no lo tiene la mescalina, por mucho chamán que haya suelto. Es cierto que poco a poco se va introduciendo la idea de que algunos psicodélicos están teniendo cierto éxito en las terapias psicológicos o en el tratamiento de dolencias como la ansiedad o el estrés post trauma. Pese a esto, está lejos de que sea tan “popular” como ya es la marihuana.