En Nepal el uso de cannabis es una práctica tradicional fuertemente asociada a los rituales religiosos, pero hace 70 años el consumo de la planta quedó sometido a la prohibición internacional de la Convención Única de Estupefacientes de la ONU. Desde entonces el cannabis se ha seguido usando (como en todo el mundo), pero siempre bajo la amenaza de la persecución policial y la represión del Estado. Desde hace dos años altos funcionarios del país están tomando cartas en el asunto para que el consumo de la planta deje de estar prohibido.
El ministro de Salud, Birodh Khatiwada, impulsó la primera iniciativa parlamentaria para despenalizar el cannabis en enero de 2020 y dos meses después presentó un proyecto de ley para regular parcialmente la planta. Según publica la Agencia France Press, el proyecto quedó poco después paralizado debido al cambio del Gobierno, pero ahora ha sido vuelto a ser reclamado por el ministro.
“No es justificable que un país pobre como el nuestro deba tratar al cannabis como una droga”, dijo el ministro de Salud. “Nuestro pueblo está siendo castigado [...] y la corrupción está aumentando por el contrabando, porque hemos obedecido las decisiones de países desarrollados que ahora hacen lo que les place”, explicó en declaraciones recogidas por la agencia de noticias.
El apoyo a una despenalización que acabe con la persecución de los usuarios o de una regulación que permita incluso su cultivo también está siendo evaluada por otros miembros del Gobierno. El Ministerio del Interior tiene en marcha un estudio para evaluar las propiedades medicinales de la planta y su potencial como materia prima para exportar a otros países.