Si bien es la forma más tradicional y extendida, fumar no es la única manera de consumir cannabis. Personas con condiciones respiratorias, quienes buscan discreción o un dosificado más preciso pueden optar por otras vías de consumo. La literatura especializada clasifica los métodos en tres grandes familias: inhalación, ingestión y aplicación dérmica; dentro de ellas surgen opciones que difieren en intensidad y duración de los efectos. Comprender esas diferencias es clave para un uso más seguro.
Según The Cannigma, existen al menos siete formas populares de consumir cannabis sin combustión. Los comestibles; las píldoras, cápsulas y tabletas; polvo soluble; los parches transdérmicos; vaporizadores; tinturas sublinguales; y los tópicos. Cada una ofrece ventajas y límites. Mientras los comestibles y las cápsulas facilitan dosis estables, tardan más en hacer efecto. Los parches, por su parte, pueden sostener niveles de cannabinoides por horas y los vaporizadores eliminan el humo, aunque siguen siendo la inhalación el método de consumo. Por último, las tinturas permiten microdosificar con rapidez y los tópicos actúan localmente sin efectos psicoactivos.
Al ingerir cannabinoides, el efecto aparece más tarde (30–120 minutos) y dura más, porque el metabolismo hepático transforma el THC. Por eso, acá la recomendación es “empieza bajo y ve despacio” con dosificaciones pequeñas o preparaciones ricas en CBD para modular la experiencia. Las cápsulas y tabletas estandarizadas ayudan con la adherencia terapéutica; el polvo soluble acelera el inicio respecto de un brownie tradicional y facilita mezclarlo en bebidas.
Los parches transdérmicos liberan cannabinoides de forma sostenida y, si aparecen efectos no deseados, pueden retirarse. Son útiles cuando se busca estabilidad durante el día. Los productos tópicos (geles, bálsamos, pomadas) se aplican sobre la piel para molestias localizadas y, en general, no producen colocón. Las tinturas sublinguales, por su parte, se dosifican en gotas y actúan más rápido que un comestible porque parte de la absorción ocurre por la mucosa bucal. Además, permiten ajustes finos de dosis y combinaciones de cannabinoides.
El vapeo, en tanto, calienta la flor o los concentrados a una temperatura que libera cannabinoides y terpenos sin generar humo. Es más discreto y, para muchas personas, menos irritante que fumar. Aun así, la inhalación no es neutra y conviene mantener temperaturas moderadas y evitar aditivos de riesgo. Como en toda vía de acción rápida, la regla es empezar con caladas pequeñas y evaluar efectos antes de aumentar.
Más allá de cualquier gusto personal, no existe la mejor vía. Quien necesite alivio rápido puede preferir tinturas o vapeo. Si busca efectos duraderos, un comestible dosificado; para molestias localizadas, un tópico y si se requiere extensión en el tiempo, un parche. En todos los casos, conviene registrar dosis y efectos, revisar interacciones con otros fármacos y priorizar productos de fabricantes confiables. La educación del usuario de cannabis (y en el formato que sea) es mejor que el ensayo‑error.