El kratom es una planta rubiácea pariente del café, nativa del sudeste asiático. Es considerada como una planta medicinal por unos y como una droga maligna por otros. La verdad está más del lado de la ciencia: tiene muchas más propiedades beneficiosas para el humano que dañinas; pero como todo de lo que se abusa tiene su lado oscuro, que ni de chiste se compara con la mortalidad y el infierno que provocan los opioides como el OxyContin o el fentanilo.
Ale es un vecino del pueblo que lo usa para calmar su ansiedad; nos dice anónimamente: “Incluso si no sufres ansiedad, pero estás teniendo un mal día de esos que hasta te mea un perro o cuando el estrés de ser un esclavo del sistema te atosiga, te puedes tomar uno o dos gramos y te regresarán el buen humor y el amor al prójimo. Yo lo consigo en cápsulas, me tomo uno o dos gramos para calmar mi estrés y me da energía para continuar con mi día. Antes me metía clonazepam, pero me tenían como zombi todo el día”. Así como Ale, muchos estudiantes en Norteamérica lo están popularizando para estudiar o –adivinaron– para controlar su ansiedad y los nuevos síndromes y enfermedades mentales modernas. Resulta una mejor opción que los antidepresivos, ya que es natural, no es tan adictiva y no está regulado por la Food and Drug Administration (FDA), es decir, es quasilegal. En bajas dosis, el kratom funciona como estimulante, pero en altas dosis tiene un efecto sedativo muy parecido al de los opiáceos, por eso mucha gente también lo utiliza para desintoxicarse sin tener que regresar al reino del dolor o al mono intenso. En Estados Unidos se calcula que alrededor de cinco millones de usuarios han sustituido medicaciones contra el dolor por el uso de esta planta.
La Asociación Americana del Kratom se dedica a la apología de esta planta asiática para que la gente tenga acceso de una forma segura y educada a este remedio natural. También aboga para que se hagan estudios científicos: “Es vital estudiar el potencial de este fármaco dentro de la investigación del dolor, así como es necesario realizar más investigaciones sobre la farmacología de los componentes del kratom, su toxicidad y su valor potencial en el tratamiento del trastorno por consumo de opioides”, refieren en su comunicado de prensa, y nos regalan un par de testimonios que reportamos a continuación:
“Hace tres años, mi vida era un lugar oscuro. Tenía un dolor constante. Probé docenas de medicamentos, cirugías y procedimientos, que no lograron controlar el dolor de un nervio facial. Ahora soy una persona diferente. Trabajo a tiempo completo, hago ejercicio, soy voluntaria y puedo cuidar de mi familia. El kratom realmente me ha devuelto la vida”, afirma Lora.
“Nací con un problema congénito de rodilla, que me ha provocado quince dislocaciones en mi vida, un problema que eventualmente me llevó a ser adicta a los analgésicos narcóticos y a quedarme sin hogar. ¡El kratom me ha permitido ser una madre y una esposa, con mis rodillas manejables y manteniéndome sobria!”, declara Catherine Enzor. Hay algo importante en su testimonio: la sobriedad.
No todos dicen que es seguro, Marianne Chai –directora del Center for Living en Nueva York–, quien supo por primera vez del kratom hace unos años, cuando un adolescente llegó a su consultorio para recibir tratamiento contra su adicción: “Lo había estado bebiendo como té para que le ayudara con la ansiedad y, finalmente, terminó en el centro de salud estudiantil de la escuela con síntomas agudos de abstinencia a opiáceos”. No se recomiendan dosis mayores de seis gramos; una dosis de cuatro a cinco gramos produce efectos parecidos a los opiáceos.
La sustancia alcaloide más abundante (un 66%, aproximadamente) y principal culpable de los efectos se encuentra en las hojas del kratom: la mitraginina; interactúa con los sistemas receptores de opiáceos del cerebro para producir efectos estimulantes y, junto con la 7-α-hydroxymitragynina, causa los efectos placenteros y reductores del dolor, especialmente cuando los usuarios consumen grandes cantidades.
El kratom, dependiendo del color de su vena, puede ser verde, rojo o blanco (del que se deriva un amarillo también). El kratom rojo es especialmente rico en 7-hidroximitraginina, que es más sedativo; las variedades de vena roja son más potentes y de acción rápida, y se usan para lidiar con problemas como el dolor, el sueño y la desintoxicación. Las variedades de vena blanca son más estimulantes y menos letárgicas, y son excelentes para la concentración; las microdosis de kratom blanco a lo largo del día pueden ayudar a mantener un nivel de estimulación leve pero constante. El kratom verde es el más equilibrado, y es muy útil en microdosis.
En un futuro, veremos hacia dónde se dirige el viaje del kratom.