Entre que Pedro Sánchez alegó que estaba para otros asuntos, y que ahora María Luisa Carcedo, ni más ni menos que la ministra de Sanidad, Consumo y Servicios Sociales, nos revela que el cannabis no debe tener espacio en la farmacopea porque no es un medicamento, parece que el ejecutivo socialista no está por la labor de implementar la necesaria regulación de la marihuana.
En una entrevista al diario La Vanguardia, la ministra se despachó a gusto sobre varios asuntos. En primer lugar, criticó la falta de rigor científico de disciplinas como la homeopatía y arremetió contra los movimientos antivacunas pero, para continuar, cometió el error de comparar a estas prácticas, que carecen de base científica, con los usos terapéuticos que se puede dar a distintos compuestos de la marihuana. Estos usos no solo están atestiguados por miles de personas para quienes los derivados del cannabis se han convertido, tanto en el caso del tratamiento del dolor crónico como en los de la epilepsia y otras afecciones, en imprescindibles, sino que hay varias toneladas de papel científico explicando tanto por qué funciona, como en qué funciona, por no hablar de las prometedoras investigaciones acerca del poder antitumoral de los cannabinoides.
Parece mentira que toda una ministra de Sanidad pueda cerrar los ojos frente a la cadena de regulaciones de la marihuana medicinal que se está produciendo en el mundo. Según ella, que se confiesa “devota del conocimiento”, el cannabis “no es un medicamento” y ha señalado que los centros médicos disponen de “un arsenal de medicamentos para el dolor”. “No hay magia, ni con el cannabis ni con nada”, se ha despachado.