Según datos de Health Canada, el ente regulador de la industria del cannabis en este país norteamericano, se destruyeron unas 1.6 toneladas de flores secas desde la puesta en marcha de las ventas legales, en 2018. Se trata de una cosecha que no logró venderse y las empresas decidieron eliminar.
El informe difundido por el organismo oficial detalla que la cantidad de cannabis destruido entre 2022 y la primera mitad del 2023 es un récord absoluto en la industria canadiense. Sin embargo, se estima que la cantidad de producción desechada es mayor porque Health Canada solamente revela los datos del cannabis que no se ha envasado. Los analistas locales aseguran que esto se debe a una sobreproducción de plantas que luego el mercado no alcanza a comercializar.
En 2022, se destruyeron más de 500 kilos de cannabis sin envasar. Esta cifra significa un aumento del 44% de flores secas que se cosecharon y terminaron incineradas. Además, esta marihuana desechada representa el 16% del total circulante en la industria. Hasta el momento no se han publicado los datos del segundo semestre del 2023, pero se espera que supere el número del año anterior.
“No hay demanda de productos viejos y bajos en THC, por lo que los fabricantes de productos terminados no compran esta biomasa como consumo”, dijo Farrell Miller, consultor local de la industria, en diálogo con el medio económico MjBiz Daily. Este analista dice que las grandes cantidades de cannabis destruido se explica porque desde el principio de la industria los productores se dedicaron a cosechar plantas a gran escala, en desmedro de la calidad de las flores. Muchas de estas flores tenían un porcentaje menor al 20% de THC, lo que no es aceptado por los usuarios que acceden a sus cogollos en los dispensarios. Por eso varias compañías han bajado sus persianas y cerrado sus invernaderos de cultivo. “No se han puesto límites a la emisión de licencias y eso contribuyó a un exceso de oferta”, aseguró Miller.