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El uso acumulado de cannabis no aumenta riesgo de hipertensión

Un estudio longitudinal de 35 años con más de 4.000 personas en EE UU no logró establecer una relación entre el uso acumulado de cannabis y el riesgo de hipertensión. El hallazgo se suma al debate científico sobre los efectos cardiovasculares del consumo a largo plazo.

El estudio fue realizado en el marco de la cohorte CARDIA (Coronary Artery Risk Development in Young Adults), que sigue desde 1985 a personas jóvenes adultas en cuatro ciudades de Estados Unidos. En el análisis recientemente publicado, se consideraron los datos de 4.328 participantes sin diagnóstico previo de hipertensión, siendo el objetivo la evaluación si el uso de cannabis a lo largo de la vida se asociaba con un mayor riesgo de desarrollar hipertensión arterial.

Para estimar la exposición, el equipo empleó una medida acumulativa denominada “años de cannabis” (cannabis-years), basada en los reportes de consumo reciente y de por vida, actualizados en cada visita de seguimiento. La incidencia de hipertensión se calculó mediante modelos estadísticos avanzados, incluyendo ajustes por factores de confusión que varían en el tiempo, como el uso de tabaco o alcohol.

Durante las tres décadas de observación, se registraron 2.478 nuevos casos de hipertensión, pero los resultados no mostraron una asociación significativa entre el consumo acumulado de cannabis y el riesgo de desarrollar la condición. Esta ausencia de relación se mantuvo en diversos análisis de sensibilidad: al separar por sexo, raza, consumo de alcohol o tabaco, y al emplear medidas alternativas de exposición como los días de uso reciente.

El estudio reconoce varias limitaciones, como la naturaleza auto-reportada del consumo, la falta de información sobre vías de administración (fumado, vaporizado, ingerido), la potencia de los productos utilizados (contenido de THC y CBD) y la posibilidad de confusión residual. Además, advierte que la exposición promedio en la muestra fue relativamente baja (mediana de 0,2 años de cannabis al año 35), por lo que los resultados deben interpretarse con cautela en contextos de consumo intensivo.

Sin embargo la evidencia científica sobre este tema ha sido dispar y mientras algunos estudios transversales han descrito aumentos temporales de la presión arterial tras el consumo reciente, los estudios longitudinales tienden a no encontrar asociaciones consistentes con diagnósticos de hipertensión. Paralelamente, investigaciones recientes han vinculado el consumo frecuente de cannabis por vía combustiva con un mayor riesgo de eventos cardiovasculares agudos, como infartos o ictus, una dimensión distinta al desarrollo progresivo de hipertensión.

La evidencia más sólida disponible para hipertensión sugiere que, en esta cohorte seguida durante 35 años, el consumo acumulado de cannabis no incrementa el riesgo de desarrollar la condición. Lejos de zanjar el debate sobre seguridad cardiovascular, el hallazgo refuerza la postura de que se necesitan políticas basadas en evidencia y reducción de daños en lugar de campañas de miedo que confunden eventos agudos con riesgos crónicos.

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